lunes, 10 de octubre de 2011

Y así empecé a pedalear…

Desde que en 1943 Jesús Ibisate, con sólo 14 años, se subió a una bicicleta descubrió una afición que le ha acompañado toda su vida y que hoy en día, con 82 años, sigue practicando con mucho afán.                      
Ibisate, todo una figura del cicloturismo, no solo ha dejado huella como aficionado a este deporte sino que además ha sido uno de los pilares de la Sociedad Ciclista Vitoriana y otros eventos deportivos como la Prueba Cicloturista Vitoria.  
 
¿Por qué la bicicleta?   
Siempre me ha gustado andar en bicicleta. La verdad es que he probado muchos otros deportes como la pelota mano, el fútbol… pero yo siempre me he defendido mejor en la bici. 
Recuerdo cuando era un chavál que mi padre me propuso un trato, si sacaba buenas notas, me compraría una bicicleta. Las notas no fueron buenas (admite riendo), pero me compró la bicicleta, la verdad él también compartía esa afición por andar en el biciclo. Y así empecé a pedalear. 
Creo que la bici no solo es un deporte, además es una forma de hacer amigos y sobre todo de viajar.
Esa inquietud de conocer los alrededores de Vitoria y de mucho más allá es la que me llevó a coger la bici y empezar a conocer mundo. A hacer lo que ahora se denomina 'cicloturismo' y que antes no era más que salir en bicicleta.
Es cierto que tanto las bicis como las carreteras han mejorado mucho, antiguamente las bicicletas pesaban mucho más y la mayoría de carreteras eran de tierra, salvo alguna que otra carretera principal.
Pero mi pasión por este deporte no ha estado condicionada nunca por ninguno de estos factores.
Además, aunque antes no íbamos a tanta velocidad, las distancias que recorríamos no eras más cortas que las que se andan hoy en día, por ejemplo las salidas que organizaba la S.C.V. entre los años 50 y 60 eran de una media de 120-140 kilómetros, y hoy en día, los ciclistas que salen en la categoría A (la más alta) hacen salidas de distancias similares.
Salir con los amigos a andar bicicleta siempre ha sido una de mis actividades predilectas, aunque ahora suelo salir solo ya que la mayoría de los que salen a andar en bici son más jóvenes y van a un ritmo más rápido. Yo suelo ir a una media de 23 kilómetros por hora. Eso sí, todavía tengo mucho fondo.
Suelo coger la bici los martes, jueves, sábados y domingos. Y si hace buen tiempo aprovecho algún día más, pero en esta vida no es todo bicicleta, también me ocupo de las tareas del hogar, cocino…
Además tengo otras aficiones como cuidar de mi huerta en la que cultivo puerros, acelgas, tomates, pimientos, peras, ciruelos, manzanos…  

En 1954 usted crea la Sociedad Ciclista Vitoriana junto con otros aficionados a este deporte. ¿Qué les incitó a crear una sociedad así? 
Después de la Guerra Civil Española no había ninguna sociedad en donde los ciclistas aficionados pudieran organizar eventos deportivos y por eso decidimos crear la SCV.
Cuando salíamos en bici nos solíamos encontrar con algunos de los socios de una Sociedad Ciclista Vitoriana (también se llamaba así) que existió antes de la guerra y ellos nos aconsejaron y animaron a sacar adelante nuestro proyecto. 
La cosa es que el concepto de andar en bici estaba cambiando por aquellas fechas, antes era un deporte que solo estaba al alcance de gente con una buena situación económica, es decir que los que andaban en bici eran los que tenían dinero. Y es curioso, porque cuando iban en bici vestían con ropa de calle 'elegantes', se puede comprobar en las fotos antiguas.
La bici se estaba convirtiendo en un deporte al alcance de todos y decidimos crear un lugar oficial para que todos los aficionados pudiéramos juntarnos y organizar marchas cicloturistas. 
Bueno, el caso es conseguimos crear la S.C.V. y en 1955 hicimos la inauguración oficial con una excursión a Estíbaliz, para que los frailes nos bendijeran las bicicletas (ríe al recordar). 
Y así se creó esta sociedad deportiva, que hoy en día ha crecido mucho y se ha convertido también, aunque sea como algo complementario, en una sociedad gastronómica.   

¿Cómo empieza la SCV a darse a conocer? 
Nos pusimos en contacto con otras sociedades de Bilbao que tenían más experiencia que nosotros como la Sociedad Ciclista Bilbaina, que ya ha cumplido más de 107 años, o la sociedad Deportiva Bilbao. Ellos se ofrecieron a venir aquí si organizábamos una prueba que pasara por Álava, Navarra y La Rioja y así decidimos crear la prueba BLAN (Burgos-Logroño-Álava-Navarra). 
Admito que los comienzos de la sociedad no fueron fáciles, sobre todo teniendo en cuentas los tiempos difíciles en los que vivíamos. Recuerdo que la SDP (Sociedad Deportiva Bilbao), tras mucho esfuerzo, consiguió permiso para que los ciclistas aficionados pudieran obtener pasaportes para pasar a Francia para hacer la prueba Bayonne-Luchón. Y es que durante la dictadura de Franco las relaciones entre Francia y España no fueron buenas y no era algo fácil conseguir esos permisos. 
Esta prueba transcurría por el Pirineo en un recorrido de 326 kilómetros que pasaba por puertos como el Tourmalet (2.115 m) o Aubisque (1.709 m), dos de los puertos más duros del Tour de Francia. Salíamos a las cuatro de la tarde y teníamos que terminar a las seis de la tarde del día siguiente. Es decir, 26 horas sin parar de pedalear, día y noche, con ayuda de una linterna cuando oscurecía. Hice cinco veces esta prueba, pero luego dejó de ser lo que era.  

¿A qué se refiere? 
Según pasaba el tiempo la prueba perdió su encanto, o mejor dicho los ciclistas perdieron esa pasión por el deporte, se convirtió en un competición, una carrera. El verdadero espíritu de la prueba se descompuso por aquella ambición por llegar el primero, por competir y batir el record. Hoy en día los ciclistas solo miran el cuenta kilómetros y el reloj, y se olvidan de los más importante, disfrutar y vivir el momento.   

Este año se ha tenido lugar la XXXI edición de la Prueba Cicloturista Vitoria, ¿Se ha animado usted a hacer los 250 kilómetros? 
No he participado como ciclista pero he tomado parte como uno de los organizadores que también exige mucho esfuerzo, además porque no decirlo, soy uno de los más entusiastas con este evento. 
Hay que admitir que es una prueba dura, lo que se conoce como ciclismo de fondo, los ciclistas 
necesitan estar bien preparados para hacer esta marcha cicloturista de 250 kilómetros que pasa por los puertos de Opacua, Urbasa, Lizárraga, Codes, Lapoblación, Herrera y Zaldiaran. Pero, a pesar de ser una prueba ardua, por lo general, todos los ciclistas consiguen llegar a la meta. 
Hoy en día la prueba Cicloturista Vitoria tiene mucho prestigio y ya es conocida a nivel nacional. En ella participan ciclistas de muchos lugares Castilla, Catalunya, Asturias, Madrid… y por supuesto País Vasco. 

¿Cuál será su próxima aventura? 
Otro año más voy a participar en la Prueba Cicloturista Internacional de Maspalomas en Gran Canaria que se disputará en diciembre. Un recorrido de 360 kilómetros dividido en cinco etapas, ese es mi próximo objetivo.  

Toda una vida encima de la bicicleta. Usted ha dado mucho por este deporte y este deporte le ha dado mucho a usted… 
Si, (sonríe con nostalgia) nos hemos pegado muchas palizas (refiriéndose a sí mismo y a sus compañeros de afición) encima de la bici, siempre hemos sido ambiciosos e inquietos. Sobre todo de jóvenes, cuando ninguna barrera era suficientemente fuerte para pararnos y ninguna distancia suficientemente larga como para asustarnos.
Recuerdo cuando fuimos al Monasterio de Piedra en Aragón ascendiendo por el puerto Piqueras con una fría nevada o cuando pedaleamos hasta Toledo para contemplar las obras del Greco, la Catedral y la Sinagoga judía.
Otra vez fuimos en bicicleta hasta Madrid para ver la final de la copa de Futbol y volvimos al día siguiente, o cuando nos desplazamos hasta Barcelona para presenciar la final de la Vuelta a España.
Gracias a la bicicleta he conocido lugares inolvidables y he vivido momentos irrepetibles.

Por Iris Murillo


 

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