miércoles, 19 de junio de 2013

PRUEBA VITORIA 2013

Tras casi tres semanas desconectado del mundo de las nuevas tecnlogías, volvemos a dar la chapa.

Empezaré por una breve crónica de la Prueba Vitoria 2013 que fue el pasado día 1 de junio.

Día triste, con previsión de lluvia y a primera hora, lo primero de lo primero, a poner mi antiestético guardabarros trasero. Es cutre de narices pero eso de tener la trasera seca es una maravilla.

Desayunar y a Mendi a eso de las 6:45 horas, con bastante presencia de gente. Creo que alguien dijo que en total éramos unos 140, que no son muchos, pero como estábamos todos juntos, pues parecíamos más.

De la grupeta estábamos para hacerla entera Eneko, Oscar, JJ, Zigor, Juanito y yo, de acompañante para quitarnos el viento en los primeros 100 km Felipe y en la logística Jose y Miguel.

A las 7:00 horas AM partimos en la salida oficial y despacito salimos de Vitoria-Gasteiz.

En los primero kilómetros, los pros pasan adelante y ponen un ritmo muy alto, que hace al llegar a la Cuesta del Perro, el pelotón esté dividido al menos en tres grandes grupos. Empieza a llover del que moja.

Nosotros nos quedamos tranquilitos a y nuestro ritmo llegamos a Opacua, que lo subimos tranquilitos y esperándonos arriba. Llueve, hace frío y niebla. Rollo.

Una vez arriba, empezamos a bajar en dirección  a Urbasa, donde en las primeras rampas yo me adelanto ligeramente con otros chicos y los de la grupeta se quedan un pelín detrás. Sigue lloviendo, hace niebla y frío, tanto que vemos una gallina pastando por el medio de Urbasa y lo único que se nos ocurre es que la podíamos transformar en un rico caldito.

Aquí, también conocemos a unos que han venido desde Castellón de la Plana a hacer la prueba, toma nivel!!!!!!!!!

Aquí pasamos Urbasa, que a mí se me hace superlargo, desde que parece que coronas hasta que empiezas a bajar, yo no sé cuantos kilómetros son, pero es mas largo que un día sin pán.

Pero llega la bajada, y la verdad es que tal y como está el día, pues acojona, así que nos arrimamos con cuidadito y vamos bajando suave, suave. Sigue lloviendo.

Y en estas que estamos agarrando con fuerza el manillar, las piernas en tensión, al menos un par de dedos en cada maneta de los frenos, cuando tomo una curva a derechas y tasca, ahí está, uno de la Vitoriana por los suelos. Lo primero que me viene a la cabeza es si se ha tirado, porque uno de la Vitoriana es imposible que se pueda caer de la bici, por algo somos los pu….tos amos!!!!!!!!! Pero nó, se ha caído, se ha roto el pantalón, el chubasquero y casí la cabeza, pero dice que está bien y que solo le duele un poco la pierna. Como el siguiente control está cerca en Alsasua pues vamos hasta allí.

Total que llegamos a Alsasua, se abre el pantalón y se le cae un cacho de coagulo de sangre en el zapato y le veo que tiene un agujeraco en la rodilla que casi se le vé hasta la campanilla (y no exagero ni media).

Total que llaman a la ambulancia, llega, se lo llevan y le vendan toda la rodilla, que parecía que tenía una pata de elefante, y el tío todavía se plantea continuar y que a ver que se pone para que no se le moje la venda. Bueno, le mandamos para casa y al menos cedió.

Se confirma la teoría de que cuando te montas en una bici, las neuronas se tumban a descansar. Sigue lloviendo.

Luego me enteré de que le habían dado dos puntitos y la semana pasada todavía no se los habían quitado, espero que ya esté bien porque quería hacer la Quebranta la semana que viene.

Bueno, al grano, que me lío.

Con las mismas, nos arrejuntamos todos los de la grupeta y nos dirigimos a Lizarraga. Puerto largo, pero bastante llevadero, y de esto modo lo subimos. Despacito, despacito y sin grandes problemas hasta arriba. Lo más anecdótico que en el tunel no se veía nada, porque no tenía luz y con la niebla apenas se veía el otro extremo, con lo cual creo que alguno lo pasó andando y algún otro se cayo.

Os he dicho que seguía lloviendo?, pues que lo sepáis, pero a partir de aquí paró, no hacía calor, ni un poco, pero ya no llovió más.

Bajamos rápidamente a Arbizu, y avituallamiento tranquilito, creo que salimos los últimos o de los últimos.

Ahora tocaba tramo pestosísimo hasta Aguilar de Campo, y para allí que fuimos, poco que comentar, más que dando pedales cruzamos La Rioja en dirección parriba.

En Aguilar, nuevo avituallamiento y hasta Laguardia. En todo el recorrido estuvimos todos los antes mencionados y un compi de la Sociedad Ciclista Bilbaina, que estuvo aprendiendo un poco con nosotros (je, je, je).

En Laguardia, vuelta a avituallarse (la verdad es que para algunos, con lo que comen, los 35,00 € de inscripción es barato, tendrían que cobrarles 120).

Y después de esto, el temido Herrera. Nos enfrentamos a él con calma, nos tomamos en gel antes (ya me dirás pa que con lo que llevábamos comido, pero sicológicamente parece que te dopas y que tienes más fuerza y si no además, a mí, se me caducan).

Suavemente, llegamos arriba, sufriendo, como no puede ser de otro modo, pero bien. Arriba hacia más frío que otra cosa y en cuanto llegamos todos, nos piramos.

Del mismo modo que el resto del recorrido llegamos a Zaldiaran y aquí salta la sorpresa de la jornada……………….

En las situaciones límite es cuando se puede observar quien es el verdadero compañero y quien es un mero carrerista, sin chicha ni limoná que desconoce el significado de lo que es un randonneur.

Como venían dos un poco más tocados que los demás, decidimos subir en grupo, pues de esto modo siempre al que va más suave pues le puedes amenizar con la charleta un poco el repecho, pero aquí salta la culebrilla y empieza a subir a toda leche (bueno a su ritmo de piojillo eléctrico, que se pone de pies en la bici y la mantiene estática) y se nos escapa haciendo el recorrido en solitario.

Lo que es peor es que nos espera arriba y se jacta de que nos ha sacado 10 míseros segundos (como hace tanto puede que no me acuerde bien de este dato), después de haber abandonado a los compañeros. Se abre una porra para que digáis quien puede ser el RATONer en cuestión.

Con las mismas, ahora sí todos, bajamos hasta Mendi a saborear el triunfo de haber conseguido superar los 250 km y los 3600 m de desnivel más o menos, bastante enteros.