miércoles, 1 de agosto de 2012

Salida del día del Blusa (25, julio)



Muchos ciclistas en la fuente de los patos... el tiempo invitaba a ello. Como no, diferentes personajes relacionados con la fiesta también hacen acto de presencia: barrenderos, munipas pasando controles y jóvenes en retirada después de una noche ajetreada por los alrededores.
La salida es muy tranquila; dejamos la responsabilidad de tirar a los mas veteranos, los más sensatos.
Reinaba la tranquilidad hasta que un frenazo nos sorprendió y provocó un pequeño incidente -con caida incluida- a la altura de Alegria. 
La marcha del pelotón se dispersa y se divide en varios grupos. Por delante los invitados -o sea los que sin ser de la sociedad se adhieren a nuestro grupo y nos las hacen pasar canutas casi siempre- seguido, el grupo compuesto mayormente por la grupeta Kalpemur y tras ellos, el resto -o sea los sensatos-.
Hoy toca explorar por carreteras inhospitas más propias de "clásicas de primavera" que otra cosa.
Por momentos, el viento no nos deja avanzar, por lo que llegar al comienzo de Opakua nos ha costado Dios y ayuda. Bueno, la ayuda más que a Dios hay que agradecersela a los mas poderosos físicamente (lease Sergio, Luis y Ramón).
Desde el comienzo Juan destaca por detrás probando un desarrollo idóneo para su próxima aventura italiana. 
Los más dotados para la escalada van destacando un poco pero como son buenos compañeros -a veces- pues terminan esperando a todos arriba de Opakua para encarar el resto de recorrido hasta Kanpezu juntos.
Ya en Kanpezu nos toca subir hasta el Santuario de la virgen de Ibernalo que se convierte en un rosario de corredores; unos que bajan (los "invitados") y otros que suben (nosotros y unos cuantos componentes de la B que hoy tenian el mismo destino que nosotros). Como siempre, el sprint por coronar primero no falta.
Arriba nos esperan Jose y Txumari que han salido con la B pero que deciden volver con la A. Rápido avituallamiento y para abajo atravesamos Kanpezu y encaramos con viento a favor el regreso a casa.
Al poco, Juan nota que su rueda delantera pierde aire, paramos a hinchar y seguimos... pero el aire se sigue yendo por lo que al final decidimos cambiar la camara. Gracias a la habilidad de Miguel en el cambio, en un periquete estamos otra vez en marcha y esta vez si que no nos para nada hasta nuestro destino: las cervezas del Arkatza.

Por Miguel Fernandez de Trebiño Moya