domingo, 15 de septiembre de 2013

LAGOS DE COVADONGA 2013




Un año más (y ya van 4) llega el finde de la Escapada Grupeta. Un día para olvidarse de los piques y acelerones de las salidas de la sociedad y disfrutar del paisaje y la compañía a un ritmo tranquilo. Este año toca ir hasta tierras asturianas para subir su puerto más emblemático: Lagos de Covadonga.

Quedamos el viernes a las 16 H en el parking de Arriaga para montar las bicis en la furgo que nos ha dejado Juan. Nos repartimos en los coches y salimos rumbo Soto de Cangas. En animada charleta llegamos a Cangas de Onis, donde paramos para tomar una birra en una terraza junto al río. De aquí vamos al hotel que esta 6 km más arriba. Dejar las bolsas en las habitaciones e ir a cenar. Cafés y cubatas para terminar la noche, escuchando las anécdotas de Fernando que nos hacen reír a todos.

Toca diana a las 7 am. Desayunar, ir al "trono" y vestirse de ciclista. Antes de salir, Felipe y yo tenemos que cambiar cámaras por pinchazo. ¡Empezamos bien! 


Arregladas las averías nos dirigimos hacia Arriondas donde comienza la subida al Fito.

Cada uno a su ritmo, ascendemos los 9 kms entre algo de niebla. Ya en la parte final nos deleitamos con las vistas del valle, cubierto por la niebla, y por encima de ella las cimas más altas de picos de Europa. 


Comemos algo y para abajo.

Me adelanto para marcar el cruce que debemos tomar, no sin antes avisar de la peligrosa bajada que tenemos. En los primeros kms vuelve la niebla, el suelo mojado, curva con gravilla, exceso de tumbada y... ¡¡por los suelos!!

Cuando me doy cuenta ya estoy en posición horizontal viendo el asfalto. Golpe en la cadera y rasponazos en la pierna y brazo izquierdo. Un pequeño susto, pero nada roto. "Chapa y pintura" como se suele decir.

Nos reagrupamos forzosamente. Algunos se adelantan para bajar y sin darse cuenta se pasan el cruce. Los que si lo vemos intentamos avisarles pero ya están lejos. Avisamos por teléfono y decidimos ir por el cruce al encuentro en la otra carretera.

Una vez juntos seguimos hacia Ribadesella por un trazado de sube-baja. En el pueblo nueva parada para coger material en la farmacia para curar mis heridas. A Ramón le da tiempo para echar una cabezadita. (Es que durmió un poco mal). 

Continuamos hasta el cruce de Posada que nos lleva al 2º puerto del día, La Rebolleda u Ortiguero. La niebla ha desaparecido y ya se nota el calor.

Parada el el alto para comer y beber y, en ligero descenso, hacemos los kms que nos llevan a la carretera de Covadonga.

Hasta el Santuario empieza a "picar" hacia arriba. Llegamos a la rotonda que da comienzo a la subida final y cada uno, a su marcheta, intenta vencer a este coloso asturiano.

En los primeros kms los árboles nos dan un pequeño respiro frente al calor que ya se nota (últimamente las subidas duras las hemos hecho pasado el mediodía, así que tenemos calorcito del bueno).

Miguel y yo hacemos juntos la subida. Estamos cerca de la temida Huesera y Miguel empieza a dar síntomas de agotamiento. Le animo para que llegue hasta la Huesera y allí descanse, pero me dice que continúe yo solo, que ya no puede.

Ya se ve el comienzo de la terrible cuesta. A duras penas si pasamos de los 7 km/h. El calor y las rampas nos lo hacen pasar mal, tenemos que darlo todo para superar esta interminable recta.

En el final del suplicio nos esperan Manu y Andoni con agua y comida. La gente va llegando con la cara desencajada, y algunos maldiciendo. Comer, beber y sombra nos hacen ir recuperando lentamente el pulso. Parece que la gente se está pensando continuar, (yo creo que eran los efectos secundarios del sol y la dureza de las rampas) pues han llegado extenuados.

Les comento que yo continúo y ya aviso a los que van por delante para que bajen hasta allí.

Tras pasar El Mirador de la Reina miro hacia atrás y veo que viene todo el mundo; parece que el descanso ha hecho que pensaran que, ya que habían llegado hasta allí, había que terminar como fuera.

Vamos llegando al primer lago (Enol) de uno en uno. Unos deciden subir hasta el lago Ercina y otros preferimos esperar sentados descansando. Nos reagrupamos y empezamos la "bajada"; los primeros kms tienen algunas rampas duras que nos ponen las piernas como palos. La bajada comienza en el Mirador y ya no paramos hasta la rotonda de la Santina. 

Allí nos están esperando Fernando, Oskar y Dani. Cada uno tiene su historia para haber acabado en el bar tomando cervezas; Fernando nos cuenta que a 1 km de empezar la subida le han dado fuertes calambres y ha pensado que la mejor manera de evitar más era con los hidratos de la cerveza; Oskar ha llegado hasta el semáforo donde había obras y ,como estaba en rojo y no se podía pasar, se ha vuelto hacia abajo que si se podía; y Dani ha llegado hasta el Mirador de la reina, donde se ha quedado, literalmente, sin fuerzas, cayéndose a la cuneta. Levantándose a duras penas se ha dado la vuelta hasta el bar, donde ha descansado con buena compañía y birras.

Ya sólo nos queda bajar hasta el hotel. Como llegamos tarde, no tenemos habitación para ducharnos. Unos se lavan en el río y otros con una manguera que nos han dejado. Rematamos la jornada en el bar de enfrente con una buena comida a base de alubiada y chuletas al roquefort, regada con sidra y cerveza.

Agradecer la colaboración de Manu y Andoni, que nos tratan como a "pros" para que no nos falte de nada. Muchas gracias, chavales!!!!!!!

Este ha sido el año que más gente nos hemos juntado en esta salida. 2 conductores: Andoni y Manu; y 14 cicloturistas: Felipe, Javi, Enrique, J.J., Dani, Unai el secretario, M.A., Miguel, Fernando, Oskar, Txumari, Ramón, José Luis y Javi profe.

Ya se está preparando la salida del próximo año!!!

jueves, 12 de septiembre de 2013

martes, 10 de septiembre de 2013

CRONICA MGM 2013. 3ª PARTE Y ULTIMA



Al final tardamos 78 horas, aunque todavía no hay lista oficial de tiempos, pero si el tiempo total para realizar el “paseo” era 90 horas y finalizaba a las 4 de la tarde del viernes y llegamos a las 4 de la madrugada del viernes, es decir 12 horas antes, pues a por la calculadora y a restar.

El primero que llegó fue Julian Sanz, y tardó 50 horas y 15 minutos, o sea, que nos sacó un día entero. Crack!!!!!!!!!!!

Nosotros quedamos en la mitad de los participantes, por lo que nos iban diciendo en los controles, aunque como os digo no hay todavía datos oficiales.

Fuimos los últimos de la Vitoriana, ya que Rober tardo 68 horas y Román y Maria Jesús 72 horas.

Yo es la primera vez que participo en una prueba de este tipo y en mi opinión tienen dos alicientes que son los que motivan y te animan a apretar cuando flaquean las fuerzas.

Por un lado, tiene el reto de tener que hacerlo en un tiempo determinado, es decir, si tienes un día malo, no puedes plantearte el decir que te vas a tirar 24 horas sin dar pedales porque ya no llegas, con lo cual, aunque los plazos de apertura y cierre de los controles son muy amplios y no hace falta ir en plan competi, siempre tienes que tener cierta ventaja al horario de cierre para que en el caso de averías o imprevistos (que como podéis haber visto ocurren a tutiplé), pues no quedarte fuera del control por una tontería o no tan tontería.

Hubo gente que se retiró en Ayllon, a falta de 150 km más o menos, por problemas mecánicos, eso que sepamos nosotros.

Y luego tiene un puntito de aventura, pues a pesar de que nosotros habíamos realizado las brevets, e incluso la de 600 km en dos ocasiones, en ninguna de ellas nos había pasado nada comparado con lo que nos ha ocurrido aquí, en que parecía que estábamos gafados.

Entonces, ese puntito de aventura también hace que te fluya la adrenalina y que motive el participar en este tipo de cosas.

El “entrenamiento” que yo he seguido para preparar esto es la de hacer las brevets de 200, 300, 400 y 600 km, esta última en dos ocasiones, y la siguiente etapa más larga en la que he participado ha sido en la prueba Vitoria que son 250 km. El resto de salidas, creo que la más larga que he hecho es una de 134 km o algo así con la Sociedad Vitoriana. Salir en bici los sábados y festivos y luego entre semana spinning, porque no puedo salir en bici.

Con esto y un poco de cabeza (no volverte muy efusivo en los momentos que tienes buenos, ni hundirte en la miseria en los malos, comer y beber con regularidad y no meterte en grupos que te lleven fuera del punto), se puede hacer esta prueba al menos sin el más mínimo problema, es más, disfrutando y echando unas risas, aunque también hay momentos en que te preguntas para que narices te has metido en este lío, que no te aporta nada, pero enseguida se te pasa y tiras para adelante tan campante.

Como cosas para invertir euros os diré, que en mi caso me he gastado la pasta en un pantalón Assos, para llevar más confortable el culo y creo que me ha funcionado bastante bien, porque he acabado infinitamente mejor que en las de 600 km con el pantalón de la sociedad. Aquí me gasté 134 euros (me lo regalaron pero sale del mismo fondo común) y luego en la luz, que me gasté 100 euros más otros casi 50 en dos pilas de repuesto y esto se quedó en el coche sin estrenar.

La luz de atrás era del Decatlhon y creo que me costó en torno a los 10 euros.

La alforja, o como se llamé, que es una parrilla atada a la tija del sillín con una bolsa Spiuk encima me costó todo 60 euros, y pesar de que la tija es ovalada y el de la tienda me hizo un invento para poderla atar con ciertas garantías, me ha funcionado francamente bien.

Buenos, pues basta de rollo, un saludo a todos los que participaron, a los que os habéis chupado el rollo que os metido y en especial a los compis de aventura Juan, Juan Carlos, Carlos y Bienve.

Pues eso es todo. Fin.














CRONICA MGM 2013 2ª PARTE



Como os venía diciendo, por fin a las 10 de la noche más o menos salimos de Algete como caballos desbocados, parecía que nos estábamos escapando, más que tuviéramos por delante 1.200 km.

El tramo de salida picaba hacia arriba y enseguida llegó un tramo de carretera con un pavimento en muy mal estado en el que a mí se me cayo la luz trasera, JODER, estamos gafados!!!!!!!!, no me ha pasado nada raro en ninguna brevet y a la hora de la verdad todo sale mál.

Bueno, no se fundió, asé que dí la vuelta la recogí, la recoloqué y para adelante. Juan, Juan Carlos, Carlos (que chulo, es capicúa esto de los nombres, je, je, je) y Bienve se quedaron esperándome y nos tuvimos que pegar un pequeño calentón para volver a coger al grupo con el que habíamos salido.

Una vez en el pequeño pelotón que formamos, el ritmo seguía hiper rápido, no se la velocidad a lo que íbamos porque al principio tampoco me funcionó el cuentakilometró, pero daba igual porque como era de noche tampoco lo podía ver. El pelotón lo lideraban los que más los italianos y enseguida empezamos a adelantar a gente de los que habían partido de Algete en la txanda anterior a la nuestra.

Asi continuamos, hasta que en una curva a derecha y que picaba para arriba, uno de los italianos se salió del pavimento de asfalto y se cayó, sin que fuera una caída peligrosa porque en ese momento estábamos subiendo e íbamos más lentos, pero en la que se podía haber roto cualquier cosa. No lo pasó nado, porque en el siguiente control le vimos.

Nosotros, en este punto continuamos para adelante pero a un ritmo más sosegado.

A pesar de todo continuamos adelantando a gente, primero a barbudos y abuelos varios, luego ya estaban un poco más jóvenes y por último ya a tipos con las patas depiladas, momento en el que Juan empezó a renegar.

Entretanto, llegamos a Cogolludo (más o menos el kilometro 60 o así) donde paramos a coger agua de una fuente y a recobrar un poco el aliento, porque por un lado la noche estaba muy calurosa y por otro el ritmo había sido bastante exigente.

A partir de aquí continuamos hasta el control de Atienza (PK 107), donde firmamos y comimos un bocata de tortilla de patata, coca-cola, café solo doble y pista. Aquí Juan Carlos llegó muy chungo, con problemas estomacales y apenas comió nada y decidió salir antes que nosotros para ver si se le pasaba un poco el malestar general, decir que incluso estaba pensando en retirarse.

A partir de Atienza tocaba subida seria, aunque como era de noche no veíamos nada, solo la sentíamos (hay que decir que durante toda la prueba hubo luna llena y eso ayudó mucho a que la visibilidad por la noche mejorara enormemente).

Subimos, subimos y subimos, hasta que en el horizonte, a traluna vimos unos aerogeneradores a lo lejos y dijo que en ese punto terminaba la subida y comenzaba una de las bajadas que la organización de la MGM había calificado de peligrosa.

Según llegamos a ese punto, alguien gritó que lo mejor era bajar por la raya central. En esta ocasión yo me puse delante y madre mía, VAYA CARRETERA!!!!!!! era un bache continuo, todo el rato botando, era imposible esquivar baches ni nada porque estaba todo hecho un auténtico belén, lo raro fue que no partiéramos alguna rueda o algo, aunque en algún sitio alguien nos dijo a que alguno ya le había pasado.

Cuando llegué a lo que consideré q  ue era abajo me dí cuenta de que no venía nadie detrás así que paré y esperé y luego fueron apareciendo, y es que a Juan se le había ido la luz trasera también al garete y a Bienve creo que también.

Con las mismas continuamos hasta el pueblo de Ayllón, por la carretera hiperchunga, pero ya con menos bajada.

En Ayllón nos llevamos la grata sorpresa de que había unos estupendos guías (chavales de no más de 12 años) que estuvieron durante toda la prueba guiando a los ciclistas que íbamos llegando hasta el control de firmas junto a las piscinas.

Aquí volvimos a sellar y comimos algo, pero no había gran cosa, con lo que enseguida nos piramos.

Uno de los guías nos informó que todavía nos quedaban unos 30 km de carretera pestosa, así que nos lo tomamos con filosofía y continuamos para adelante.

Al poco de marchar, se me volvió a caer la luz y según volvía a por ella (porque al menos no se me fundía) pinché.

Con lo que mientras arreglábamos mi pinchazo nos adelantaron un montón de luces que la verdad es que hacían francamente bonito verlos pasar.

Reemprendimos la marcha, con mucho cuidado de no volver a pillar más agujeros que nos hicieran pincha de nuevo, y al amanecer nos dimos cuenta de que estábamos pasando por Aranda de Duero.

Continuamos dándole a bastante buen ritmo y a media mañana (creo) llegamos a Tórtoles de Esgueva (PK 243). Kañita, bocata de tortilla otra vez y otro café solo doble. Aquí ya paramos un ratito y de nuevo nos pusimos en marcha, habiendo salido Carlos y Juan Carlos un poco antes. De momento todos vamos bastante bien, aunque a Carlos, en algún momento antes de llegar a Ayllón se le rompió la maneta del cambio y solo podía andar en plato pequeño.

El tramo que nos toca ahora lo conocíamos de la brevet de 600 km que hicimos en Salamanca, así que sabemos que nada más salir de Tórteles nos recibe un fantástico repechón para recordar a las piernas que todavía les queda largo y tendido y luego unas rectas enormes que te cansan, pero de aburrimiento.

En estas enganchamos con un grupo de Asturias con los que realizaríamos buena parte del camino siguiente. Estos eran bastante expertos en este tipo de pruebas habiendo realizado todas las conocidas, las desconocidas (hasta en Estados Unidos) y luego encima una vez al año organizaban desde su sociedad un salida de 600 km o así en España. Su objetivo para el primer día era ir a dormir a casa, a Gijón.

A un ritmo tranquilo llegamos a Fromista (PK 317) a eso de las 12 o 12 y pico de la mañana más o menos, donde sellamos y comimos en un bar unos torreznos y un poco chorizo con una cañita y continuamos el camino.

Otra vez volvimos a enganchar con los asturianos y continuamos con ellos, hasta que uno de ellos que era camionero conocía un restaurante que había entre Carrión de los Condes y Sahagún y paramos a comer.

La salida después de comer, si que dio pereza ya que calentaba bastante y encima hacía un pequeño viento de frente, que no era mucho pero que ya empezaba a minar, y además el tramos hasta Sahagún es muy pestoso con continuos badenes relativamente grandes que van desgastando sin darte cuenta.

Una vez pasado Sahagún a uno de los asturianos se le rompió la llanta, soltándose el perímetro exterior de uno de los laterales, por lo visto se debía a que tenía muchos kilómetros y ante el calentamiento que produce el rodar tantas horas seguidas pues se había cansado y se había suicidado.

Como llevaban furgoneta de asistencia, y en ella ruedas de repuesto, le llamaron por teléfono y se organizaron para volver a reencontrarse en Cistierna……….

A todo esto Juan y Juan Carlos siguieron para adelante y cuando el resto continuamos les vimos que habían parado en el siguiente pueblo a tomar una Coca-Cola, por lo que Carlos y yo nos quedamos con ellos y Bienve siguió con los Asturianos.

A partir de aquí, el tramos hasta Cistierna fue sumamente pestoso, la carretera va picando para arriba, no mucho, pero se pega la bici a la calzada y el vientillo, sigue sin ser muy fuerte pero continua minando el espíritu.

En un pueblo paramos en una gasolinera y bebimos una Pepsi y una botella de agua pequeña (estaban sin recursos porque muchos de los que habían pasado por delante nuestro habían parado a lo mismo) y otra vez a la burra para continuar con el destino.

Por fin, tras pasar los dos repechones (que en mi opinión llegan a ser minipuertos) llegamos Cistierna (PK 432). Serian sobre las 7 y pico o así de la tarde calculo. Al final llegamos justo detrás de los Asturianos y de Bienve.

Aquí había para comer macarrones, sándwiches de paté y nutella, fruta y bebida, por lo que tranquilamente descansamos un ratito y repusimos fuerzas.

Aquí nos dijeron que estábamos en la mitad, éramos los 100 más o menos.

Bueno, después de un ratito, decidimos continuar y tirar hasta Cangas de Onís, aunque Bienve dijo que él si se veía con fuerzas iba a tirar hasta Gijón.

En este control Carlos tenía un amigo que le había traído ropa para cambiarse e iba a intentar por todos los medios arreglar la bici, por lo que decidió que el salía más tarde y se duchaba y así e iba por su cuenta hasta Cistierna.

Salimos Juan, Juan Carlos, Bienve y yo y poco a poco fuimos haciendo camino por un sitio la verdad es que francamente bonito, hasta que ante nuestros ojos apareció un muro monumental.
Era la presa del embalse de Riaño, que si la comparamos con la cuesta de la presa de aquí de Vitoria es como multiplicarla por 15 y luego sumarle otros 32. No sé si su nombre oficial es el Alto de la Remolina.

Luego continuamos por el perímetro del embalse hasta el pueblo de Riaño, por un trazado bastante duro, con continuas subidas y bajadas bastantes duras, hasta llegar al pueblo de Riaño, donde decidimos parar a cenar un poco.

A mí aquí me entró ardor, pero a pesar de todo me comí un bocata, tomamos una kañita y agua y otra vez a la bici. Nos quedaba subir al Pontón desde el sur, que no sabíamos si era duro o nó, aunque nos dijeron que no lo era y que la única cuesta estaba en el último kilometro, aunque nos lo tomamos con cautela porque si algo he aprendido es que para gente que  no anda en bici, las cuestas y los repechos, son infinitamente menores que para los que sí andamos.

En este caso, la verdad es que era cierto y fuimos haciendo camino mientras se hacía de noche hasta coronar el Pontón donde lo único duro fue el último kilometro más o menos.

Una vez arriba, ya de noche oscura, nos abrigamos en condiciones y nos tiramos hacia abajo, pues nos quedaban 40 km cuesta abajo hasta Cangas de Onis.

La bajada estaba clasificada de peligrosa por la organización ante la posible existencia de piedras en la calzada, pero la verdad es que cuando nosotros bajamos estaba muy limpia, el pavimento era muy bueno, y la bajada fue genial, a pesar de que Juan nos echó la bronca al llegar a la zona de menor pendiente por bajar tan deprisa, buena la verdad es que cuando no renegaba, se quejaba y cuando no abroncaba. El único momento que callaba un ratito y nos dejaba descansar era cuando comía o bebía un kañita.

Además de todo, la bajada fue increíble por las vistas de los rocas, los desfiladeros y demás que provocaba la iluminación de la luna, resplandecían en la noche. La verdad es que probablemente, en cuanto a paisaje y en mi opinión, lo más chulo de todo el recorrido.

En la bajada nos encontramos con Julian Sanz, que estaba subiendo el puerto en solitario ya de vuelta.

Una vez que llegamos al tramo de menor pendiente, a pesar de que era cuesta abajo hubo que pedalear un buen rato hasta llegar a Cangas de Onís, ya nos habían advertido de que este tramo se hacía un pelín largo, pues después de tanto bajar, pensabas que ya estarías en seguida y todavía quedaba.

Creo que a Cangas (PK 530) llegamos sobre las 12 pasadas de la noche y aquí Juan, Juan Carlos y yo decidimos parar a dormir (además habíamos quedado con Carlos aquí) y Bienve decidió continuar a Gijón.

Nosotros comimos algo y nos fuimos a la cama que estaba en el interior de un polideportivo.

Bueno, la cama exactamente no!!!!!!!! Una esterilla, que hubo que robársela a otros ciclistas que se habían cogido varias para ponerse debajo y encima, pues no había mantas.

Nos tumbamos en la esterilla y al rato descubrimos que estábamos totalmente helados de frío y eso que en mi caso tenía calcetines, perneras, pantalón, camiseta interior, maillot, cortavientos, chaleco y creo que hasta los guantes.

Juan Carlos se levantó al baño a eso de las 4 menos algo o así y se encontró con Carlos, que había llegado antes que nosotros, pues por lo visto mientras estábamos cenando en Riaño él nos había pasado, y que había dormido ya algo pero que ya no podía más por el frío y eso que el tenía manta térmica.

Con lo cual, tras haber dormido más o menos a intervalos, unas 2 horas como mucho, a las 4 de la mañana salimos, sin ni tan siquiera habernos podido ni duchar, pues los baños estaban formados por un único urinario y ante la afluencia de ciclistas muchos habían decidido mear en las duchas (el urinario también estaba totalmente desbordado).

Antes de salir sí que tomamos algo en la txozna que había en Cangas.

Salimos tranquilamente los cuatro, Juan, Juan Carlos, Carlos y yo y haciendo camino tranquilamente nos fuimos acercando a Gijón.

Aquí a Juan le dio sueño y se pegó una ducha facial en la red de riego de jardines del pueblo Pola de Siero y continuamos haciendo camino, ya casi llegando a Gijón nos encontramos con Román, Maria Jesús, Pascual y Bienve que volvían hacia Cangas de Onís.

A nosotros todavía nos quedaba una sorpresa, o al menos a mí que no tenía ni idea, y era que antes de llegar a Gijon había que subir un puerto, el Alto de la Madera, que no es que sea excesivamente duro, pero que al no esperártelo pues te toca la moral, y luego ya bajarlo y hasta Gijón (PK 600 km), que serían sobre las 9 de la mañana o así (creo).

El camino hasta el control estaba hiperbien señalizado, y menos mal porque se me hizo muy largo llegar hasta él, ya que creo que cruzamos la ciudad de extremo a extemo.

Al llegar había un arco hinchable con un fotógrafo que sacaba fotos a los que iban llegando y aquí si que había un control en supercondiciones.

De primeras nos dirijimos a desayunar macarrones, con bonito y queso, tortilla de patata y empanada de carne, pastelitos, cerveza, agua y café, todo ello servido por una mujer hiper (ya que lo pongo tanto, aquí lo voy a poner dos veces) hiper-atenta, que no nos dejaba que nos levantaramos de la mesa a por absolutamente nada, que se lo pidiéramos y ella nos lo traía.

Juan decidió meterse en la cama un rato, Carlos fue al fisio y luego intentó arreglar la bici, pero tampoco pudo porque lo más que le ofrecieron era poner una maneta Campagnollo, pero las suyas son Ulltegra así que era mucho bacalao y después nos Carlos, Juan Carlos y yo nos pegamos una ducha y nos cambiamos de ropa. La organización te daba hasta toallas, la verdad es que todo perfecto.

Una vez repuestos, de nuevo a la burra y de nuevo a subir el Alto de la Madera, que por el lado de Gijón, el cabrito de él tiene unos 9 km, no excesivamente duros pero todo va sumando.

Aquí mientras íbamos en dirección Gijón ya teníamos algo claro, que la próximo parada para dormir no la íbamos a hacer un puesto de control, porque después de lo mal que había sido el de Cangas, pues necesitábamos descansar mejor, pero la verdad es que tampoco nos hacíamos una idea de hasta donde nos llegarían las fuerzas ya que todavía teníamos que subir el Pontón y este era el que nos diría como nos encontrábamos, asi que decidimos que una vez que lo coronoramos decidiríamos la estrategia.

A medio camino entre Gijón y Cangas, paramos a media mañana en un barecillo a repostar agua, y tomar una kañita y hacia las 12 o así, llegamos de nuevo a Cangas (PK 690).

Sellamos, tomamos algo y a pesar de que había bastante ambientillo decidimos continuar para subir una parte del Pontón antes de comer, para a medio camino y luego afrontar el resto.

Eso es lo que hicimos, en el entorno de las 3 o así y después de haber subido la mitad más o menos, unos 20 km y con un calor importante, paramos a comer. La comida no estaba fetén, pero nos lo comimos sin rechistar, ensalada de macarrones, pollo asado, no recuerdo si tomamos postre, kaña, agua y café solo doble.

Juan Carlos salió veinte minutos o un cuarto de hora antes que el resto (Juan, Carlos y yo) y de nuevo nos pusimos en marcha.

Aquí cada uno subió a su bola, al igual que un grupo de valencianos, que estaban desperdigados por todo el puerto y un par de chicos de La Coruña que creo que adelanté.

El puerto no es excesivamente duro, aunque creo que tiene rampas del 8 o 10, pero es largo como una semana sin pan, y además a las 4 de la tarde se multiplica por dos.

En una curva había una fuente natural donde el agua salía helada y que fue el objeto más visitado de toda la ascensión, porque el agua que llevábamos en los botes parecía caldo.

Al final, como no podía ser de otro modo, llegamos arriba, nos arrejuntamos todos y emprendimos el regreso a Cistierna.

Ahora si que empezamos a pensar donde podíamos para a dormir y decidimos que iríamos hasta Sahagun, que es el PK 841 y estábamos en el PK 731 y Carlos le llamaría a su amigo de Cistierna para que intentará localizarnos alguna pensión o algo para dormir.

Dicho y hecho, al amigo un 10.

Paramos en Riaño, recuperamos fuerzas y la vuelta a Cistierna fue infinitamente mejor que la ida, picaba más bien para abajo y eso se nota.

Una vez en Cistierna, de nuevo macarrones, sándwiches y bebida, abrigarse y ya casi de noche salimos a Sahagún.

La verdad es que este tramo también lo hacemos estupendamente bien y llegamos a Sahagún sobre las 12 y pico de la noche, localizamos la pensión y decidimos que vamos a dormir 5 horas, por lo que quedamos que a las 5 y media de la mañana abajo. Dormimos Juan Carlos y Carlos en una habitación y Juan y yo en otra.

Fue ducharme, poner el despertador del teléfono meterme en la cama y oir el PUTO despertador que ya estaba sonando para levantarnos de nuevo. Como puede ser que cinco horas den tan poco de sí?????????

En honor a la verdad hay que decir que para dormirnos más fácil y profundo estábamos condicionados por el olor de nuestros zapatos, que no es que fuera pestilente, ni tan siquiera hiper-pestilente, es que llegaba a marear, que es probablemente lo que también influyó en nuestro profundo sueño, aunque a la vez reparador.

Bueno, el caso es que a regañadientes, nos levantamos, vestimos, abrimos ventana de par en par y puerta al pasillo para intentar disimular en pelín el olor……., perdón al de la pensión, bajamos abajo y mientras esperamos a Juan Carlos y Carlos, descubrimos que hay una máquina de vending con café y bollos, pero también nos damos cuenta de que no tenemos monedas y solo nos llega para dos cafés solos y un croasant a medias, menos dá una piedra.

Nos lo tomamos y vemos que estos no bajan, bueno………, decidimos sacar las bicis a la calle y en un bolsillo de la alforja que llevo descubró alguna otra moneda con lo que sacamos otros dos cafés y una madelana con pepitas de chocolate y ahora si que ya no hay más monedas.

Estos siguen sin bajar, así que Juan sube a ver qué pasa, porque son las ya las 5:50 AM y todavía estamos esperando…………, en resumen “que es que el despertador del teléfono no les sonó………….”, sin comentarios…………

Por fin, pasadas las 6 de la mañana nos ponemos en marcha dirección Fromista.

A unos 20 km aproximadamente desde Sahagún, en el trasluz del amanecer comenzamos a ver como dos luces de bici que están paradas. A medida que nos vamos acercando confirmamos que son dos bicis y encima que hay alguien tumbado en el arcén de la carretera envuelto en una manta térmica y otro de pies al lado suyo.

Lo primero que pensamos es que es alguien que se ha caído de la bici dormido o como sea y está herido. Llegamos, paramos y resultan ser dos italianos que han debido estar toda la noche andando en bici metidos en un grupo y uno de ellas ha petado y está más vacio que la caja fuerte de Bankia.

Les entendemos que han llamado al control de Cistierna, que está a unos 80 km más o menos y que desde allí, les van a enviar una ambulancia, lo que pasa es que nosotros llamamos al 112 y nos dicen que mandan una desde Sahagún, que estaba mucho más cerca, a uno 20 km.

Entre todo esto, para un fulano que nos dice que es Guardia Civil de paisano y que viene a ver si puede ayudar en algo, pero cuando le decimos que llame a sus compis para que le acerquen a algún pueblo, nos dice que la Guardia Civil no puede llevar a civiles en el coche, y que él tampoco puede llevarlos, total que era un pavo a curiosear y tocarse los huevos a dos manos, porque no podía hacer nada…….

Una vez la cosa aclarada retomamos la marcha y sin más problemas llegamos a Fromista (PK 903) sobre las 9 de la mañana o así. En el camino nos pilló un grupeto de otros participantes y prácticamente llegamos con ellos hasta el control.

Aquí sellamos y nos pegamos un desayuno cojonudo a base dos huevos fritos, con jamón, patatas fritas, kaña, y café solo doble.

Retomamos la marcha y tipi, tapa, tipi, tapa, afrontando las subidas y las rectas de la meseta de Castilla, llegamos a Tortoles de Esgueva (PK 977) a eso del mediodía y nos comimos bocata de tortilla de patatas, kañita y más café para la vena. Lo más destacable de aquí es que nos echamos unas buenas risas, producto en gran medida del cansancio, la falta de sueño y el increíble olor de nuestros pies………..

Sin grandes contratiempos, continuamos la marcheta, y pasamos por Aranda de Duero a eso del mediodía pasado, sobre las 4 de la tarde, donde paramos también a tomar algo, y luego afrontar el duro camino hasta Ayllón por la carretera tortuosa.

En este tramo volvía a pinchar, y sobre las 6 de la tarde o así, llegamos al control de Ayllón (PK 1057). Ya solo nos quedaban 150 km más o menos, esto estaba chupado!!!!!!!!!!!!!! Por supuesto los íbamos a hacer de tirón y calculábamos llegar a Algete sobre las 2 de la mañana……….., pobres ilusos………
Salimos de Ayllón, y lo primero que teníamos que hacer era subir el puerto del Alto de la Sierra de la Pela, que no es que sea excesivo, aunque tiene sus pendientes, pero con el mal estado de la carretera y la kilometrada que llevamos, la bici se agarra que da gusto.

Aquí cada uno de los cuatro subimos a nuestro aire, en un descanso intermedio, que yo creí que era el final del puerto, le espero a Juan y juntos continuamos hasta descubrir que quedaban otros dos kilómetros más o menos de subido hasta los aerogeneradores.

Una vez arriba, esperamos y nos reagrupamos Juan, Carlos y yo, y Juan Carlos que no llega………. Nos informan unos ciclistas que ha pinchado y que está cambiando la rueda, luego viene un coche que nos dice que es que ha roto un radio…………, me kagüen to lo que se menea!!!!!!!!!!!! Como vemos que no viene, decido ir a buscarle y me lo encuentro que ya está llegando arriba.

Total que efectivamente, se le ha roto un radio de la rueda trasera y esta le hace unos ochos de manda madre……., la buena noticia es que como es  una rueda de esta que tiene muchos radios pues la cosa no es tan grave como si fuera de las otros que tienen menos.

No queda más remedio que continuar hasta que reviente, porque estamos en medio de la nada y solo hay pueblos semidesiertos………..

Ya estamos pensando que si se rompe la rueda, pues tiraríamos nosotros hasta Madrid, luego volveríamos en coche, le dejaríamos una rueda nuestra y esperaríamos hasta que llegara, en fin, planes para todos los gustos…….

Una vez que subimos la Pela, ya hasta Atienza la verdad es que era todo bajada y nos sorprendimos de todo lo que habíamos subido la primera noche y casi sin enterarnos, porque había repechos verdaderamente duros……

Con las mismas y ya de noche casi llegamos a Atienza (PK 1112).

Aquí Juan Carlos no pudo hacer nada con la rueda, en el sentido de arreglarla, pero sí que encontramos a dos ciclistas de Ayala y Orduña, que tenían coche de apoyo y en el que llevaban una rueda de repuesto y con cambio Ulltegra.

No cogió su rueda, pero el hombre que llevaba el coche de apoyo le dio su teléfono y le dijo que si le pasaba algo que le llamará sin ningún problema que iba a buscarle y se la daba, ya que estos se quedan a dormir en Atienza para llegar a Algete el último día y después de las 12 del mediodía (según nos enteramos después ese el verdadero espirito randonneur, no las tonterías que veníamos escuchando desde el kilometro 0,2).

Aquí cenamos chachi y ya de noche nos pusimos en marcha. Primero salimos con unos italianos, pero por el camino, casi al principio, nos encontramos con otros que tenían algún problema en la luz, y se quedaron con ellos y el resto del camino lo hicimos solos.

El cacho que nos quedamos, la verdad es que no lo recordábamos muy bien, porque el día de la salida lo hicimos como motos y con la emoción ni nos enterábamos de donde estábamos, pero era continuas subidas y bajadas, así que tipi, tapa de nuevo, llegamos a Cogolludo, sobre las 1 de la mañana o así.

Por supuesto, la previsión de llegar a las 2 a Madrid, hacía tiempo que la habíamos olvidado………

En Cogolludo, nos tomamos un bocata de lomo con queso y tomate y de nuevo en marcha.

Este último tramo de unos 60 km, aunque también bastante pestoso, la verdad es que ya estábamos eufóricos y nos daba igual, subir, bajar llanear o lo que se nos pusiera por delante, aunque desde que se empiezan a ver las luces de Madrid hasta que llegamos a Algete, yo creo que hicimos 120 km, pero por fin, a las 4 de la mañana llegamos al Polideportivo de Algete!!!!!!!!!!! TOMA, TOMA Y TOMA!!!!!!!!!!!!!!!!! 1220 KM (según hoja de ruta)!!!!!!!!! Y la verdad es que muy bien en todo el recorrido.

Aquí estaba el hombre que organizaba la prueba y tenía un humor más o menos txispeante, ya que parecía que todo el que llegaba en vez de decirle las cosas que estaban bien, pues lo único que hacían era decirle lo que estaba mal y claro, yo entiendo que eso acaba quemando.

El caso es que nos comimos un bocata de lomo (creo) con una ensalada y una lata de pepsi que nos dieron……….., por fin nos explicaron lo que era un randonneur (Juan no tiene ni puta idea, confirmado, equivoca el término con carrerista de tres al cuarto) y nos fuimos a las colchonetas que tenían preparadas.

Esta vez las colchonetas eran más gorditas y aunque no había manta, tampoco hacía frío, así que dormimos hasta las 8 más o menos, nos levantamos, duchamos y para Gasteiz.