Como os venía diciendo, por fin a
las 10 de la noche más o menos salimos de Algete como caballos desbocados,
parecía que nos estábamos escapando, más que tuviéramos por delante 1.200 km.
El tramo de salida picaba hacia
arriba y enseguida llegó un tramo de carretera con un pavimento en muy mal estado
en el que a mí se me cayo la luz trasera, JODER, estamos gafados!!!!!!!!, no me
ha pasado nada raro en ninguna brevet y a la hora de la verdad todo sale mál.
Bueno, no se fundió, asé que dí la
vuelta la recogí, la recoloqué y para adelante. Juan, Juan Carlos, Carlos (que
chulo, es capicúa esto de los nombres, je, je, je) y Bienve se quedaron
esperándome y nos tuvimos que pegar un pequeño calentón para volver a coger al
grupo con el que habíamos salido.
Una vez en el pequeño pelotón que
formamos, el ritmo seguía hiper rápido, no se la velocidad a lo que íbamos
porque al principio tampoco me funcionó el cuentakilometró, pero daba igual
porque como era de noche tampoco lo podía ver. El pelotón lo lideraban los que
más los italianos y enseguida empezamos a adelantar a gente de los que habían
partido de Algete en la txanda anterior a la nuestra.
Asi continuamos, hasta que en una
curva a derecha y que picaba para arriba, uno de los italianos se salió del
pavimento de asfalto y se cayó, sin que fuera una caída peligrosa porque en ese
momento estábamos subiendo e íbamos más lentos, pero en la que se podía haber
roto cualquier cosa. No lo pasó nado, porque en el siguiente control le vimos.
Nosotros, en este punto continuamos
para adelante pero a un ritmo más sosegado.
A pesar de todo continuamos
adelantando a gente, primero a barbudos y abuelos varios, luego ya estaban un
poco más jóvenes y por último ya a tipos con las patas depiladas, momento en el
que Juan empezó a renegar.
Entretanto, llegamos a Cogolludo
(más o menos el kilometro 60 o así) donde paramos a coger agua de una fuente y
a recobrar un poco el aliento, porque por un lado la noche estaba muy calurosa
y por otro el ritmo había sido bastante exigente.
A partir de aquí continuamos hasta
el control de Atienza (PK 107), donde firmamos y comimos un bocata de tortilla
de patata, coca-cola, café solo doble y pista. Aquí Juan Carlos llegó muy
chungo, con problemas estomacales y apenas comió nada y decidió salir antes que
nosotros para ver si se le pasaba un poco el malestar general, decir que
incluso estaba pensando en retirarse.
A partir de Atienza tocaba subida
seria, aunque como era de noche no veíamos nada, solo la sentíamos (hay que
decir que durante toda la prueba hubo luna llena y eso ayudó mucho a que la
visibilidad por la noche mejorara enormemente).
Subimos, subimos y subimos, hasta
que en el horizonte, a traluna vimos unos aerogeneradores a lo lejos y dijo que
en ese punto terminaba la subida y comenzaba una de las bajadas que la
organización de la MGM había calificado de peligrosa.
Según llegamos a ese punto, alguien
gritó que lo mejor era bajar por la raya central. En esta ocasión yo me puse
delante y madre mía, VAYA CARRETERA!!!!!!! era un bache continuo, todo el rato
botando, era imposible esquivar baches ni nada porque estaba todo hecho un
auténtico belén, lo raro fue que no partiéramos alguna rueda o algo, aunque en
algún sitio alguien nos dijo a que alguno ya le había pasado.
Cuando llegué a lo que consideré q ue era abajo me dí cuenta de que no venía
nadie detrás así que paré y esperé y luego fueron apareciendo, y es que a Juan
se le había ido la luz trasera también al garete y a Bienve creo que también.
Con las mismas continuamos hasta el
pueblo de Ayllón, por la carretera hiperchunga, pero ya con menos bajada.
En Ayllón nos llevamos la grata
sorpresa de que había unos estupendos guías (chavales de no más de 12 años) que
estuvieron durante toda la prueba guiando a los ciclistas que íbamos llegando
hasta el control de firmas junto a las piscinas.
Aquí volvimos a sellar y comimos
algo, pero no había gran cosa, con lo que enseguida nos piramos.
Uno de los guías nos informó que
todavía nos quedaban unos 30 km de carretera pestosa, así que nos lo tomamos con
filosofía y continuamos para adelante.
Al poco de marchar, se me volvió a
caer la luz y según volvía a por ella (porque al menos no se me fundía) pinché.
Con lo que mientras arreglábamos mi
pinchazo nos adelantaron un montón de luces que la verdad es que hacían
francamente bonito verlos pasar.
Reemprendimos la marcha, con mucho
cuidado de no volver a pillar más agujeros que nos hicieran pincha de nuevo, y
al amanecer nos dimos cuenta de que estábamos pasando por Aranda de Duero.
Continuamos dándole a bastante buen
ritmo y a media mañana (creo) llegamos a Tórtoles de Esgueva (PK 243). Kañita,
bocata de tortilla otra vez y otro café solo doble. Aquí ya paramos un ratito y
de nuevo nos pusimos en marcha, habiendo salido Carlos y Juan Carlos un poco
antes. De momento todos vamos bastante bien, aunque a Carlos, en algún momento
antes de llegar a Ayllón se le rompió la maneta del cambio y solo podía andar
en plato pequeño.
El tramo que nos toca ahora lo
conocíamos de la brevet de 600 km que hicimos en Salamanca, así que sabemos que
nada más salir de Tórteles nos recibe un fantástico repechón para recordar a
las piernas que todavía les queda largo y tendido y luego unas rectas enormes
que te cansan, pero de aburrimiento.
En estas enganchamos con un grupo
de Asturias con los que realizaríamos buena parte del camino siguiente. Estos
eran bastante expertos en este tipo de pruebas habiendo realizado todas las
conocidas, las desconocidas (hasta en Estados Unidos) y luego encima una vez al
año organizaban desde su sociedad un salida de 600 km o así en España. Su
objetivo para el primer día era ir a dormir a casa, a Gijón.
A un ritmo tranquilo llegamos a
Fromista (PK 317) a eso de las 12 o 12 y pico de la mañana más o menos, donde
sellamos y comimos en un bar unos torreznos y un poco chorizo con una cañita y
continuamos el camino.
Otra vez volvimos a enganchar con
los asturianos y continuamos con ellos, hasta que uno de ellos que era
camionero conocía un restaurante que había entre Carrión de los Condes y
Sahagún y paramos a comer.
La salida después de comer, si que
dio pereza ya que calentaba bastante y encima hacía un pequeño viento de
frente, que no era mucho pero que ya empezaba a minar, y además el tramos hasta
Sahagún es muy pestoso con continuos badenes relativamente grandes que van
desgastando sin darte cuenta.
Una vez pasado Sahagún a uno de los
asturianos se le rompió la llanta, soltándose el perímetro exterior de uno de
los laterales, por lo visto se debía a que tenía muchos kilómetros y ante el
calentamiento que produce el rodar tantas horas seguidas pues se había cansado
y se había suicidado.
Como llevaban furgoneta de
asistencia, y en ella ruedas de repuesto, le llamaron por teléfono y se
organizaron para volver a reencontrarse en Cistierna……….
A todo esto Juan y Juan Carlos
siguieron para adelante y cuando el resto continuamos les vimos que habían
parado en el siguiente pueblo a tomar una Coca-Cola, por lo que Carlos y yo nos
quedamos con ellos y Bienve siguió con los Asturianos.
A partir de aquí, el tramos hasta
Cistierna fue sumamente pestoso, la carretera va picando para arriba, no mucho,
pero se pega la bici a la calzada y el vientillo, sigue sin ser muy fuerte pero
continua minando el espíritu.
En un pueblo paramos en una gasolinera
y bebimos una Pepsi y una botella de agua pequeña (estaban sin recursos porque
muchos de los que habían pasado por delante nuestro habían parado a lo mismo) y
otra vez a la burra para continuar con el destino.
Por fin, tras pasar los dos repechones
(que en mi opinión llegan a ser minipuertos) llegamos Cistierna (PK 432).
Serian sobre las 7 y pico o así de la tarde calculo. Al final llegamos justo
detrás de los Asturianos y de Bienve.
Aquí había para comer macarrones,
sándwiches de paté y nutella, fruta y bebida, por lo que tranquilamente
descansamos un ratito y repusimos fuerzas.
Aquí nos dijeron que estábamos en
la mitad, éramos los 100 más o menos.
Bueno, después de un ratito,
decidimos continuar y tirar hasta Cangas de Onís, aunque Bienve dijo que él si
se veía con fuerzas iba a tirar hasta Gijón.
En este control Carlos tenía un
amigo que le había traído ropa para cambiarse e iba a intentar por todos los
medios arreglar la bici, por lo que decidió que el salía más tarde y se duchaba
y así e iba por su cuenta hasta Cistierna.
Salimos Juan, Juan Carlos, Bienve y
yo y poco a poco fuimos haciendo camino por un sitio la verdad es que
francamente bonito, hasta que ante nuestros ojos apareció un muro monumental.
Era la presa del embalse de Riaño,
que si la comparamos con la cuesta de la presa de aquí de Vitoria es como
multiplicarla por 15 y luego sumarle otros 32. No sé si su nombre oficial es el
Alto de la Remolina.
Luego continuamos por el perímetro
del embalse hasta el pueblo de Riaño, por un trazado bastante duro, con
continuas subidas y bajadas bastantes duras, hasta llegar al pueblo de Riaño,
donde decidimos parar a cenar un poco.
A mí aquí me entró ardor, pero a
pesar de todo me comí un bocata, tomamos una kañita y agua y otra vez a la
bici. Nos quedaba subir al Pontón desde el sur, que no sabíamos si era duro o
nó, aunque nos dijeron que no lo era y que la única cuesta estaba en el último
kilometro, aunque nos lo tomamos con cautela porque si algo he aprendido es que
para gente que no anda en bici, las
cuestas y los repechos, son infinitamente menores que para los que sí andamos.
En este caso, la verdad es que era
cierto y fuimos haciendo camino mientras se hacía de noche hasta coronar el
Pontón donde lo único duro fue el último kilometro más o menos.
Una vez arriba, ya de noche oscura,
nos abrigamos en condiciones y nos tiramos hacia abajo, pues nos quedaban 40 km
cuesta abajo hasta Cangas de Onis.
La bajada estaba clasificada de
peligrosa por la organización ante la posible existencia de piedras en la
calzada, pero la verdad es que cuando nosotros bajamos estaba muy limpia, el
pavimento era muy bueno, y la bajada fue genial, a pesar de que Juan nos echó
la bronca al llegar a la zona de menor pendiente por bajar tan deprisa, buena
la verdad es que cuando no renegaba, se quejaba y cuando no abroncaba. El único
momento que callaba un ratito y nos dejaba descansar era cuando comía o bebía
un kañita.
Además de todo, la bajada fue
increíble por las vistas de los rocas, los desfiladeros y demás que provocaba
la iluminación de la luna, resplandecían en la noche. La verdad es que
probablemente, en cuanto a paisaje y en mi opinión, lo más chulo de todo el
recorrido.
En la bajada nos encontramos con
Julian Sanz, que estaba subiendo el puerto en solitario ya de vuelta.
Una vez que llegamos al tramo de
menor pendiente, a pesar de que era cuesta abajo hubo que pedalear un buen rato
hasta llegar a Cangas de Onís, ya nos habían advertido de que este tramo se
hacía un pelín largo, pues después de tanto bajar, pensabas que ya estarías en
seguida y todavía quedaba.
Creo que a Cangas (PK 530) llegamos
sobre las 12 pasadas de la noche y aquí Juan, Juan Carlos y yo decidimos parar
a dormir (además habíamos quedado con Carlos aquí) y Bienve decidió continuar a
Gijón.
Nosotros comimos algo y nos fuimos
a la cama que estaba en el interior de un polideportivo.
Bueno, la cama exactamente
no!!!!!!!! Una esterilla, que hubo que robársela a otros ciclistas que se
habían cogido varias para ponerse debajo y encima, pues no había mantas.
Nos tumbamos en la esterilla y al
rato descubrimos que estábamos totalmente helados de frío y eso que en mi caso
tenía calcetines, perneras, pantalón, camiseta interior, maillot, cortavientos,
chaleco y creo que hasta los guantes.
Juan Carlos se levantó al baño a
eso de las 4 menos algo o así y se encontró con Carlos, que había llegado antes
que nosotros, pues por lo visto mientras estábamos cenando en Riaño él nos
había pasado, y que había dormido ya algo pero que ya no podía más por el frío
y eso que el tenía manta térmica.
Con lo cual, tras haber dormido más
o menos a intervalos, unas 2 horas como mucho, a las 4 de la mañana salimos,
sin ni tan siquiera habernos podido ni duchar, pues los baños estaban formados
por un único urinario y ante la afluencia de ciclistas muchos habían decidido
mear en las duchas (el urinario también estaba totalmente desbordado).
Antes de salir sí que tomamos algo
en la txozna que había en Cangas.
Salimos tranquilamente los cuatro,
Juan, Juan Carlos, Carlos y yo y haciendo camino tranquilamente nos fuimos
acercando a Gijón.
Aquí a Juan le dio sueño y se pegó
una ducha facial en la red de riego de jardines del pueblo Pola de Siero y
continuamos haciendo camino, ya casi llegando a Gijón nos encontramos con
Román, Maria Jesús, Pascual y Bienve que volvían hacia Cangas de Onís.
A nosotros todavía nos quedaba una
sorpresa, o al menos a mí que no tenía ni idea, y era que antes de llegar a
Gijon había que subir un puerto, el Alto de la Madera, que no es que sea
excesivamente duro, pero que al no esperártelo pues te toca la moral, y luego
ya bajarlo y hasta Gijón (PK 600 km), que serían sobre las 9 de la mañana o así
(creo).
El camino hasta el control estaba
hiperbien señalizado, y menos mal porque se me hizo muy largo llegar hasta él,
ya que creo que cruzamos la ciudad de extremo a extemo.
Al llegar había un arco hinchable
con un fotógrafo que sacaba fotos a los que iban llegando y aquí si que había
un control en supercondiciones.
De primeras nos dirijimos a
desayunar macarrones, con bonito y queso, tortilla de patata y empanada de
carne, pastelitos, cerveza, agua y café, todo ello servido por una mujer hiper
(ya que lo pongo tanto, aquí lo voy a poner dos veces) hiper-atenta, que no nos
dejaba que nos levantaramos de la mesa a por absolutamente nada, que se lo
pidiéramos y ella nos lo traía.
Juan decidió meterse en la cama un
rato, Carlos fue al fisio y luego intentó arreglar la bici, pero tampoco pudo
porque lo más que le ofrecieron era poner una maneta Campagnollo, pero las
suyas son Ulltegra así que era mucho bacalao y después nos Carlos, Juan Carlos
y yo nos pegamos una ducha y nos cambiamos de ropa. La organización te daba
hasta toallas, la verdad es que todo perfecto.
Una vez repuestos, de nuevo a la
burra y de nuevo a subir el Alto de la Madera, que por el lado de Gijón, el
cabrito de él tiene unos 9 km, no excesivamente duros pero todo va sumando.
Aquí mientras íbamos en dirección
Gijón ya teníamos algo claro, que la próximo parada para dormir no la íbamos a
hacer un puesto de control, porque después de lo mal que había sido el de
Cangas, pues necesitábamos descansar mejor, pero la verdad es que tampoco nos
hacíamos una idea de hasta donde nos llegarían las fuerzas ya que todavía
teníamos que subir el Pontón y este era el que nos diría como nos
encontrábamos, asi que decidimos que una vez que lo coronoramos decidiríamos la
estrategia.
A medio camino entre Gijón y
Cangas, paramos a media mañana en un barecillo a repostar agua, y tomar una
kañita y hacia las 12 o así, llegamos de nuevo a Cangas (PK 690).
Sellamos, tomamos algo y a pesar de
que había bastante ambientillo decidimos continuar para subir una parte del
Pontón antes de comer, para a medio camino y luego afrontar el resto.
Eso es lo que hicimos, en el
entorno de las 3 o así y después de haber subido la mitad más o menos, unos 20
km y con un calor importante, paramos a comer. La comida no estaba fetén, pero
nos lo comimos sin rechistar, ensalada de macarrones, pollo asado, no recuerdo
si tomamos postre, kaña, agua y café solo doble.
Juan Carlos salió veinte minutos o
un cuarto de hora antes que el resto (Juan, Carlos y yo) y de nuevo nos pusimos
en marcha.
Aquí cada uno subió a su bola, al
igual que un grupo de valencianos, que estaban desperdigados por todo el puerto
y un par de chicos de La Coruña que creo que adelanté.
El puerto no es excesivamente duro,
aunque creo que tiene rampas del 8 o 10, pero es largo como una semana sin pan,
y además a las 4 de la tarde se multiplica por dos.
En una curva había una fuente
natural donde el agua salía helada y que fue el objeto más visitado de toda la
ascensión, porque el agua que llevábamos en los botes parecía caldo.
Al final, como no podía ser de otro
modo, llegamos arriba, nos arrejuntamos todos y emprendimos el regreso a
Cistierna.
Ahora si que empezamos a pensar
donde podíamos para a dormir y decidimos que iríamos hasta Sahagun, que es el
PK 841 y estábamos en el PK 731 y Carlos le llamaría a su amigo de Cistierna
para que intentará localizarnos alguna pensión o algo para dormir.
Dicho y hecho, al amigo un 10.
Paramos en Riaño, recuperamos
fuerzas y la vuelta a Cistierna fue infinitamente mejor que la ida, picaba más
bien para abajo y eso se nota.
Una vez en Cistierna, de nuevo
macarrones, sándwiches y bebida, abrigarse y ya casi de noche salimos a
Sahagún.
La verdad es que este tramo también
lo hacemos estupendamente bien y llegamos a Sahagún sobre las 12 y pico de la
noche, localizamos la pensión y decidimos que vamos a dormir 5 horas, por lo
que quedamos que a las 5 y media de la mañana abajo. Dormimos Juan Carlos y
Carlos en una habitación y Juan y yo en otra.
Fue ducharme, poner el despertador
del teléfono meterme en la cama y oir el PUTO despertador que ya estaba sonando
para levantarnos de nuevo. Como puede ser que cinco horas den tan poco de
sí?????????
En honor a la verdad hay que decir
que para dormirnos más fácil y profundo estábamos condicionados por el olor de
nuestros zapatos, que no es que fuera pestilente, ni tan siquiera
hiper-pestilente, es que llegaba a marear, que es probablemente lo que también
influyó en nuestro profundo sueño, aunque a la vez reparador.
Bueno, el caso es que a
regañadientes, nos levantamos, vestimos, abrimos ventana de par en par y puerta
al pasillo para intentar disimular en pelín el olor……., perdón al de la
pensión, bajamos abajo y mientras esperamos a Juan Carlos y Carlos, descubrimos
que hay una máquina de vending con café y bollos, pero también nos damos cuenta
de que no tenemos monedas y solo nos llega para dos cafés solos y un croasant a
medias, menos dá una piedra.
Nos lo tomamos y vemos que estos no
bajan, bueno………, decidimos sacar las bicis a la calle y en un bolsillo de la
alforja que llevo descubró alguna otra moneda con lo que sacamos otros dos
cafés y una madelana con pepitas de chocolate y ahora si que ya no hay más
monedas.
Estos siguen sin bajar, así que
Juan sube a ver qué pasa, porque son las ya las 5:50 AM y todavía estamos
esperando…………, en resumen “que es que el despertador del teléfono no les
sonó………….”, sin comentarios…………
Por fin, pasadas las 6 de la mañana
nos ponemos en marcha dirección Fromista.
A unos 20 km aproximadamente desde
Sahagún, en el trasluz del amanecer comenzamos a ver como dos luces de bici que
están paradas. A medida que nos vamos acercando confirmamos que son dos bicis y
encima que hay alguien tumbado en el arcén de la carretera envuelto en una
manta térmica y otro de pies al lado suyo.
Lo primero que pensamos es que es
alguien que se ha caído de la bici dormido o como sea y está herido. Llegamos,
paramos y resultan ser dos italianos que han debido estar toda la noche andando
en bici metidos en un grupo y uno de ellas ha petado y está más vacio que la
caja fuerte de Bankia.
Les entendemos que han llamado al
control de Cistierna, que está a unos 80 km más o menos y que desde allí, les
van a enviar una ambulancia, lo que pasa es que nosotros llamamos al 112 y nos
dicen que mandan una desde Sahagún, que estaba mucho más cerca, a uno 20 km.
Entre todo esto, para un fulano que
nos dice que es Guardia Civil de paisano y que viene a ver si puede ayudar en
algo, pero cuando le decimos que llame a sus compis para que le acerquen a
algún pueblo, nos dice que la Guardia Civil no puede llevar a civiles en el
coche, y que él tampoco puede llevarlos, total que era un pavo a curiosear y
tocarse los huevos a dos manos, porque no podía hacer nada…….
Una vez la cosa aclarada retomamos
la marcha y sin más problemas llegamos a Fromista (PK 903) sobre las 9 de la
mañana o así. En el camino nos pilló un grupeto de otros participantes y
prácticamente llegamos con ellos hasta el control.
Aquí sellamos y nos pegamos un
desayuno cojonudo a base dos huevos fritos, con jamón, patatas fritas, kaña, y
café solo doble.
Retomamos la marcha y tipi, tapa,
tipi, tapa, afrontando las subidas y las rectas de la meseta de Castilla,
llegamos a Tortoles de Esgueva (PK 977) a eso del mediodía y nos comimos bocata
de tortilla de patatas, kañita y más café para la vena. Lo más destacable de
aquí es que nos echamos unas buenas risas, producto en gran medida del
cansancio, la falta de sueño y el increíble olor de nuestros pies………..
Sin grandes contratiempos,
continuamos la marcheta, y pasamos por Aranda de Duero a eso del mediodía
pasado, sobre las 4 de la tarde, donde paramos también a tomar algo, y luego
afrontar el duro camino hasta Ayllón por la carretera tortuosa.
En este tramo volvía a pinchar, y
sobre las 6 de la tarde o así, llegamos al control de Ayllón (PK 1057). Ya solo
nos quedaban 150 km más o menos, esto estaba chupado!!!!!!!!!!!!!! Por supuesto
los íbamos a hacer de tirón y calculábamos llegar a Algete sobre las 2 de la mañana………..,
pobres ilusos………
Salimos de Ayllón, y lo primero que
teníamos que hacer era subir el puerto del Alto de la Sierra de la Pela, que no
es que sea excesivo, aunque tiene sus pendientes, pero con el mal estado de la
carretera y la kilometrada que llevamos, la bici se agarra que da gusto.
Aquí cada uno de los cuatro subimos
a nuestro aire, en un descanso intermedio, que yo creí que era el final del
puerto, le espero a Juan y juntos continuamos hasta descubrir que quedaban
otros dos kilómetros más o menos de subido hasta los aerogeneradores.
Una vez arriba, esperamos y nos
reagrupamos Juan, Carlos y yo, y Juan Carlos que no llega………. Nos informan unos
ciclistas que ha pinchado y que está cambiando la rueda, luego viene un coche
que nos dice que es que ha roto un radio…………, me kagüen to lo que se
menea!!!!!!!!!!!! Como vemos que no viene, decido ir a buscarle y me lo
encuentro que ya está llegando arriba.
Total que efectivamente, se le ha
roto un radio de la rueda trasera y esta le hace unos ochos de manda madre…….,
la buena noticia es que como es una
rueda de esta que tiene muchos radios pues la cosa no es tan grave como si
fuera de las otros que tienen menos.
No queda más remedio que continuar
hasta que reviente, porque estamos en medio de la nada y solo hay pueblos
semidesiertos………..
Ya estamos pensando que si se rompe
la rueda, pues tiraríamos nosotros hasta Madrid, luego volveríamos en coche, le
dejaríamos una rueda nuestra y esperaríamos hasta que llegara, en fin, planes
para todos los gustos…….
Una vez que subimos la Pela, ya
hasta Atienza la verdad es que era todo bajada y nos sorprendimos de todo lo
que habíamos subido la primera noche y casi sin enterarnos, porque había
repechos verdaderamente duros……
Con las mismas y ya de noche casi
llegamos a Atienza (PK 1112).
Aquí Juan Carlos no pudo hacer nada
con la rueda, en el sentido de arreglarla, pero sí que encontramos a dos
ciclistas de Ayala y Orduña, que tenían coche de apoyo y en el que llevaban una
rueda de repuesto y con cambio Ulltegra.
No cogió su rueda, pero el hombre
que llevaba el coche de apoyo le dio su teléfono y le dijo que si le pasaba
algo que le llamará sin ningún problema que iba a buscarle y se la daba, ya que
estos se quedan a dormir en Atienza para llegar a Algete el último día y
después de las 12 del mediodía (según nos enteramos después ese el verdadero
espirito randonneur, no las tonterías que veníamos escuchando desde el
kilometro 0,2).
Aquí cenamos chachi y ya de noche
nos pusimos en marcha. Primero salimos con unos italianos, pero por el camino,
casi al principio, nos encontramos con otros que tenían algún problema en la
luz, y se quedaron con ellos y el resto del camino lo hicimos solos.
El cacho que nos quedamos, la
verdad es que no lo recordábamos muy bien, porque el día de la salida lo
hicimos como motos y con la emoción ni nos enterábamos de donde estábamos, pero
era continuas subidas y bajadas, así que tipi, tapa de nuevo, llegamos a
Cogolludo, sobre las 1 de la mañana o así.
Por supuesto, la previsión de
llegar a las 2 a Madrid, hacía tiempo que la habíamos olvidado………
En Cogolludo, nos tomamos un bocata
de lomo con queso y tomate y de nuevo en marcha.
Este último tramo de unos 60 km,
aunque también bastante pestoso, la verdad es que ya estábamos eufóricos y nos
daba igual, subir, bajar llanear o lo que se nos pusiera por delante, aunque
desde que se empiezan a ver las luces de Madrid hasta que llegamos a Algete, yo
creo que hicimos 120 km, pero por fin, a las 4 de la mañana llegamos al
Polideportivo de Algete!!!!!!!!!!! TOMA, TOMA Y TOMA!!!!!!!!!!!!!!!!! 1220 KM
(según hoja de ruta)!!!!!!!!! Y la verdad es que muy bien en todo el recorrido.
Aquí estaba el hombre que
organizaba la prueba y tenía un humor más o menos txispeante, ya que parecía
que todo el que llegaba en vez de decirle las cosas que estaban bien, pues lo
único que hacían era decirle lo que estaba mal y claro, yo entiendo que eso
acaba quemando.
El caso es que nos comimos un
bocata de lomo (creo) con una ensalada y una lata de pepsi que nos dieron………..,
por fin nos explicaron lo que era un randonneur (Juan no tiene ni puta idea,
confirmado, equivoca el término con carrerista de tres al cuarto) y nos fuimos
a las colchonetas que tenían preparadas.
Esta vez las colchonetas eran más
gorditas y aunque no había manta, tampoco hacía frío, así que dormimos hasta
las 8 más o menos, nos levantamos, duchamos y para Gasteiz.