Un nuevo domingo y una nueva salida de la Vitoriana, ahora en
horario invierno, a las 9:00 h AM.
La grupeta bien representada con Ramón, Felipe, Juan, Miguel,
Javi Txiki, Joselito, Enrique y Sergio y un nuevo fichaje para la etapa que
venía ya vestido de amarillo pues se sabía de antemano que iba a ser el líder
de la jornada. David (hijo de Enrique), fenómeno de la bicicleta que gana
carreras como un campeón, y ya lo dice el dicho………., de tal palo tal astilla.
El sábado en general había sido excesivamente sosegado para
unos y más durillo para otros. A modo de ejemplo tenemos a Juan y Joselito que
anduvieron de playita (masaje y baño), Felipe también estuvo en la playa pero
lo que hizo fue andar, andar y andar y encima subiendo y bajando escaleras -San
Juan de Gastelugatxe- (tiene que aprender de los dos primeros), Miguel no tuvo
otra idea que subir a Anboto y bajar corriendo (hay que recordarle que es
ciclista no maratoniano de montaña, que esas cosas las hacen las cabras), David
tuvo carrera el sábado, 120 km, cuatro puertos y 40 km/h de media (la verdad es
que no se le notaba nada y si tuvo algún rasgo de sufrimiento en su cara no se
le pudo ver porque lo único que le veíamos era el trasero) y Ramón y Sergio
subieron Urkiola (en bici por supuesto), haciendo un total de 115 km.
Partimos en dirección Gopegi a un ritmo caribeño que nada
tiene que ver con las salidas habituales de la Vitoriana, prácticamente había
que mantenerse en equilibrio sobre la bicicleta, pero una vez que llegamos a la
rampa de Manurga comienzan a aparecer las primeras hostilidades de la jornada y
el ritmillo se aviva, aunque hay está David para mantenerles calmados
enseñándoles los dientes.
En Murgia nos reagrupamos todos hasta que llegamos al cruce
de Izarra, donde en la subida de La Piedad se desmonta el pelotón y los fuertes
empiezan a tirar para adelante.
Este tramo hasta el alto de la Barrerilla resulta muy
pestoso, con continuos sube y bajas y se acaba atomizando de modo definitivo
todo el grupo.
Bajada rápida de La Barrerilla y a los pies de Orduña la
grupeta se reúne y se comienza con la ascensión del puerto, suave, suave,
suave, que todos, de un modo u otro estamos ligeramente tocados.
Subimos muy a gusto hasta que se acaban los árboles, donde no
solo la rampa se hace más empinada, si no que sopla un viento de cara que
prácticamente es más duro combatir contra él que con la cuesta. Haciendo de
tripas corazón y muy despacito vencemos las últimas rampas y coronamos el
puerto.
Para no quedarnos fríos continuamos sin parar hasta Berberana
donde es el lugar de firmas. En el bar en el que paramos se saturan ante la
llegada de repente de tanta gente y después de firmar vamos a tomar una
Coca-Cola a una gasolinera que hay un poco más adelante, aunque alguno parece
que se sirvió un chupito de super 98.
A partir de aquí regresamos a Vitoria-Gasteiz por una
carretera bastante pestosilla entre Fresneda y Subijana-Morillas, con continuas
subidas y bajadas, que con lo que ya llevamos en las patas hace nos remate el
estado físico y anímico, y es que estamos en los últimos compases de la
temporada y eso se empieza a notar.
Una vez superado Nanclares, en un intento de fuga sin
precedentes, salta Javi Txiki, el cual toma una ventaja nada despreciable ante
el estado entre perplejo y cansado de la grupeta. En estas que nos adelante un
cadete a toda velocidad, que llega a alcanzar a Javi y viendo que no defiende
ningún equipo, David salta a por él para intentar ficharlo para el Electro
Alavesa. En seguida le pasa a Javi que ante le velocidad del adelantamiento casi
le saca hasta el bidón del portabidones, aunque a pesar de ello esto no cesó en
su intento y siguió tirando como un jabato.
Parece que entre David y el cadete acabó habiendo un inicio
de trato con un probable futuro fichaje.
La grupeta lo vemos todo esto desde la distancia, hasta que
David se vuelve a dejar caer y se organiza un pequeño grupo que decide cortar
el intento de fuga antes de que este llegue a Asteguieta, así que nos ponemos
manos a la obra, y dando relevos como auténticos pros (nadie nos vio para decir
lo contrario), conseguimos dar caza a Javi en el alto de Estarrona.
A partir de este punto, la rutina habitual (que es de las más
importantes de la salida, pues si no se celebrara estoy convencido que el
número de participantes bajaría de modo alarmante), kañita tostada con sus
correspondientes olivas y a la ducha con 100 km muy sudados.
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