Odio
el fútbol. No el juego como tal sino todo lo que representa. Pero lo que más me
hierve la sangre es la ignorancia de todo aquel que se considera un mero
espectador que no tiene la culpa de las atrocidades que pasan alrededor del
negocio del fútbol.
Pues
bien, precisamente porque hay espectadores tiene tanto éxito el fútbol y por
eso, al parecer, debemos permitir que los gobiernos gasten sumas descomunales
en financiar eventos futbolísticos, que los clubes evadan impuestos
millonarios, que los jugadores, entrenadores y demás “jetas” ganen cantidades
ingentes de dinero…
El
próximo mes, millones de personas en todo el mundo se sentarán frente al televisor
para “disfrutar” del mundial, pues adelante, no os privéis de semejante goce. No
os perdáis la oportunidad de ser los cómplices y por ello culpables también de
que miles de familias brasileñas sean desalojadas. Para que tú disfrutes del
mundial, a esas familias se les viola el derecho a la vivienda.
Cada
vez que aplaudáis un gol, acordaros de todas esas niñas que aprovechando el
mundial doblarán su sueldo. Esas niñas de doce años que “no son violadas porque
trabajan como prostitutas”. Creeros la mentira de que no tenéis la culpa.
Sin
entrar en el debate de si es cierto o no lo que denunció el periodista danés
Mikkel Keldorf Jensen sobre los niños que viven en las calles de la ciudad
Brasileña y que están siendo asesinados para “limpiar la ciudad y dar buena
imagen” de cara al Mundial, una cosa sí que es incuestionable, y es que
mientras que este país se endeuda para costear la Copa más cara de la historia
del fútbol, en sus calles viven niños que no tienen los derechos humanos
fundamentales cubiertos. No tienen una vida digna. Y yo me pregunto… ¿No se
considera esto un delito? ¿Si un niño muere de hambre, no lo están matando
todos los que no invierten el dinero público en evitar este tipo de
atrocidades?
Vivir
en la apacible ignorancia es mucho más cómodo que pararse a pensar y darse
cuenta de que todo en esta vida tiene consecuencias. Incluso encender el
televisor y ver un partido de fútbol.
Odio
el negocio del fútbol. No me canso de decirlo y repetirlo. Lo odio.
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