El jueves decido
mandar un “wassap” a la Grupeta Kalpemur para animarles a quedar el viernes a
las nueve en la rotonda de siempre. Sergio es el único que confirma que ira… me
temo lo peor… salimos solos y ¡me saca los ojos!
Al de un rato
llega Sergio y a las 09:05 decidimos que ya estamos todos.
Teniendo en
cuenta que el viento procedía del Sur, decidimos ir hasta Haro para tener el
viento a favor en el camino de vuelta.
Subiendo el
puerto de Vitoria llevamos un ritmo adecuado, lo que nos permite ir charlando.
Cuando faltan 100 metros para coronar, aprovecho que Sergio está despistado y
consigo el primer punto del premio de la montaña.
Cuando nos
volvimos a reencontrar los tres ciclistas le advierto a Sergio que la etapa
tiene tres puertos y que pensaba disputar todos y cada uno. Ya no puede
fallar.
Llegamos a
Labastida y paramos en el bar para reponer fuerzas. Pintxo y cafetito.
Nada más
terminar el avituallamiento decido hacerme con un aliado. Le comento a Dani que
cuando queden 300 m. para coronar el Puerto de Rivas tiene que cerrar a Sergio
para que, de ese modo, yo pueda atacarle y tener alguna posibilidad de ganar.
Desafortunadamente
para mí, la estrategia no da sus resultados. Sergio impone un ritmo rápido que
hace que Dani se desenganche a medio puerto.
Hablando con
Sergio, le comento que voy un poco justo. A falta de unos 500 metros, me incita
para que le ataque, yo me niego. A 200 metros de la cima, ya vemos los coches
de los seteros aparcados a un lado de la carretera. De ahí al cartel solo hay
unos 50 metros. Sergio sigue insistiendo en que le ataque pero yo le hago
entender que no puedo. Justo en ese momento, mi ingenuo compañero se relaja y
distrae; mientras se abrocha el mallot me comenta que conoce al dueño de uno de
los coches que acabamos de pasar. Eso era justo lo que estaba esperando, mi
oportunidad. No lo dudo, me lanzo a la
cima, pedaleo sin mirar atrás. Sabiendo que Sergio no ha sido capaz de
reaccionar, saboreo mi victoria metros antes de llegar a lo más alto del
puerto.
2-0. La cara de
Sergio es un poema.
En Peñacerrada
volvemos a juntarnos los tres mosqueteros. El vacile es total. “Estoy dispuesto
a dejarte 3-0 para que tengas que pagar todas las cervezas”- le digo para meter
un poco más de presión.
Para cuando nos
acercamos de nuevo al puerto de Vitoria Sergio lleva el orgullo herido y desde
la fuente no me da tregua. Pone un ritmo frenético que me deja sin posibilidad
alguna de disputarle el tercer puerto. Esta situación le cambia el ánimo; tiene
mejor cara y está más relajado.
Bajamos al
Arkatza a recoger nuestro premio: dos rondas de cervecitas tostadas que, en
esta ocasión y por empeño de Miguel, fueron tres.
La anécdota de
esta etapa es que Sergio ha aprendido de un verdadero randonner. Y es que sobre ruedas… más vale maña que fuerza.
Y COLORÍN COLORADO… SERGIO EN ESTA ETAPA LA
HA CAGADO.
Con Juan y Cancellara no tienes tiempo para aburrirte muy buena cronica y a por la siguiente
ResponderEliminarComo se nota quien es Randonner y quien un pichón
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