lunes, 5 de marzo de 2012

La bicicleta... un proyecto de vida

Por Juan Jose Ibarretxe Markuarku


Para Bego, compañera y amiga, y para otra Begoña, también amiga, que ya no esta.

                                   

Se dice con acierto que las vivencias en la bicicleta representan una metáfora para la vida: “los Reyes Magos no existen”; “trabajo, tesón, son los compañeros del éxito… aquí no existe la cultura del pelotazo”; “la inspiración existe pero te tiene que coger trabajando”; “se puede ir más rápido o más lento, pero no se puede dejar de pedales, porque si no te caes”. Todo ello es verdad, pero la bicicleta es más, es mucho más; es un proyecto de vida.
Y qué decir de las pruebas de fondo, del largo aliento… qué decir de la Paris-Brest-Paris (PBP). Son “otra cosa”, son como un viaje placentero, como una aventura maravillosa, llena de intriga, de pasión, de amores correspondidos.
Es un regalo para quienes tenemos la pasión por conocer incorporada a nuestra existencia, para quienes la “pasión por descubrir” es el motor que permite dar sentido a nuestra vida. La PBP 2011 fue eso: otro soplo de aire fresco para andar la vida, vitaminas para la mente, energías para nuestro maltratado corazón. Voy a ver si soy capaz de trasmitíroslo.


“Un segundo”

Al llegar a Paris sentí una rara sensación. No sabría muy bien cómo definirla. Era la última vez que iba a hacer Paris-Brest-Paris, la prueba más bonita que un fondista puede realizar en bicicleta, y los recuerdos tenían un papel relevante en la emocionada sensación del presente. Era como si una parte de mi vida estuviera alumbrando una nueva etapa, una nueva ilusión propia y diferente. Era como “beber agua nueva de la vieja fuente de siempre”.
Así recordé cuando de chaval, ilusionado, empecé a dar pedales con aita. Nuestras salidas, nuestros avituallamientos. Recordé los tacos de jamón en Saratxo cuando íbamos a Orduña, y de los huevos fritos en Artzeniega, del bocadillo de tortilla en Abetxuko y de las cervezas con gaseosa de Barambio. Y recordé mis primeras salidas juveniles con la Sociedad Ciclista Llodiana,
bajo las enseñanzas del “maestro” Pablo Bilbao.Y me acordaba de Joaquín, y de Txetxu. De Justino y Virginia, de Osarra, de José Luis que me inculcó la
pasión por el fondo y la PBP. Y de Imanol, Andoni, Txemi, Javi y Alfonso, que nos acompañaron en similares “locuras” en el pasado. Recuerdos, que no nostalgia, que no anulaban, sino que alumbraban el presente.
Llegaba, además, a Paris con dos amigos del alma. Alfredo, enorme persona, con el que he compartido y vivido todos los “viajes” de largo aliento... y otros muchos., Y Tomas, un prodigio de la naturaleza: noble y corajudo, al que he tenido el honor de acompañar, con sus 70 años, en su quinta y también última singladura por las carreteras de Bretaña.
Era importante, por tanto, quedarnos con “un segundo” de lo que estábamos viviendo. Por todo ello les decía a mis compañeros de aventura en la carretera -Tomas, Alfredo, y también Yosu y Mikel, dos formidables cicloturistas de Mungia-, cuando finalizando la PBP entrabamos en Paris, que se quedaran con un “ratito”, con un segundo, de aquel momento.

La “familia de Bretaña” 

Conocíamos de antes a Mikel y a Yosu, y a María Jesús y Mari Feli.Coincidimos en la Madrid-Gijón-Madrid 2009, son buena gente, muy “buena gente”.
En esta ocasión se prestaron incluso a llevarnos y traernos las bicicletas a y desde Paris a Tomas, Alfredo y a mí. ¡¡¡Increíble!!! Quedamos muy agradecidos por su generosidad. A ellas y ellos se han unido en este caso cuatro personas fantásticas: Tere, Julene y Ane mujer e hijas de Mikel y Eneko hijo de Mari
Feli y Yosu. Él y ellas junto con María Jesús, Mari Feli y Begoña, han constituido el inconmensurable equipo técnico de apoyo. Son, ya para siempre, “nuestra familia de Bretaña”.


El cariño y los “mimos” que recibimos por su parte en la bicicleta y fuera de ella. Antes, durante y después de la prueba fue inmenso. No olvidaremos jamás los pasteles de arroz, la “olla” de arroz con patatas y pollo, la ensalada de pasta, la tortilla de patata, los avituallamientos preparados al gusto de cada uno en papel albal… el café con leche que nos preparó Ane a las 4 de la madrugada, cuando salíamos de Mortagne para hacer los últimos kilómetros…
y las tiendas de campaña, en las que dormíamos Tomas, Alfredo, Bego y yo, preparadas para cuando llegábamos… fue increíble. Sí, definitivamente, ellas y él –Eneko, Mari Feli, Mª Jesús, Tere, Julene, Ane y Bego- fueron nuestra “familia de Bretaña”.

La preparación

He de reconocer, en primer lugar, que tal y como se planteaba el curso 2010-2011 en las Universidades americanas en las que he trabajado, no debería de haber hecho la prueba. Pero Bego me animó… y a mí me hacía ilusión “cortarme la coleta” en Paris.
Sea como fuere, lo cierto es que tuve muchas dificultades para realizar los Brevets. Salí para Irlanda al día siguiente del 200 y para Nueva York al día siguiente del 300… volví tres días antes del 400 y a la semana siguiente hice el 600. Un despropósito.
Es cierto sin embargo que después hice sendas “flechas” de 3 días
consecutivos de 200 Kms. Las hice en dos ocasiones: 5,6 y 7; y 14, 15 y 16 de agosto. En ellas logré, por fin, entrar un poquito en forma e ir a Paris con un mínimo de garantías. Aunque lo cierto es que lo pase pasé peor física y mentalmente en estos entrenamientos 200 kms que en la propia PBP.
No haría justicia en este apartado de preparación sino mencionara, también, a dos personas que nos ayudado generosamente. La primera es Pako y su familia de Etxeondo, que nos ha “cuidado” con una ropa en la que nos hemos sentido Alfredo y yo como “bebes mecidos en la cuna”.
La otra es Miguel, que se desvive para que no nos falte de nada. De nada en la bici, en el cuerpo y en el “alma”. Sus cuidados, sus llamadas, sus consejos… su cariño, son “bálsamo humano” para las “cicatrices” de la vida de las que él, por desgracia, tanto entiende.

Salimos…

En esta ocasión no llovía –a diferencia de hace cuatro años- y era de día. Eran las ocho de la tarde y estábamos relajados porque íbamos a poder pasar las rotondas y rotonditas de la salida de Paris con luz natural. Todo bien… todo menos la temperatura, porque teníamos 34 grados a esa hora, pero bueno, todo-todo no se puede pedir. Y la anécdota, yo salí con ropa de invierno. Creo que era el único de los 7.000 cicloturistas que salió con culotte largo, pero así
lo tenía previsto y así lo hice… es el problema de la planificación.
La noche era oscura, nunca mejor dicho, y los primeros 140 Kms hasta Mortagne se me hicieron eternos, los más duros de la prueba. Después las cosas fueron poco a poco a su sitio. Desayunamos en el Km 228 -Villaine de Juhel-, nos encontramos con Bego, Mari Feli, Tere… y la cosa cambio. Ensayamos el consabido: “egunon, que mañana tan maravillosa, damos una vuelta en bicicleta?” Y total, que entre pitos y flautas, y tal y como teníamos previsto, hicimos una primera etapa de 510 Kms.


Todo fue bien hasta Ludeac (Km 450), a partir de allí, en la zona de San Martin de Pre, se desató una tormenta tremenda. De esta forma mojados y un poquito atemorizados llegamos a nuestro destino de ese largo día: St Nicolas du Pelem (Km 510). Y al llegar vimos nuestras tiendas montadas, en el centro del pueblo, al lado mismo del control. ¡Increíble! Fue como una aparición ante nuestros ojos. No obstante, no fue sino el primer alarde de un equipo
humano de seguimiento insuperable.
Nos duchamos, cenamos –magníficamente- en la caravana, y nos fuimos a dormir a las tiendas en medio del diluvio universal. Fueron 5 Hrs de descanso, pero dormí como un niño.
La segunda etapa comenzó a las 6,15 Hrs de la mañana. Habíamos previsto realizar 340 Kms y darle, por tanto, un buen “meneo” a la PBP. No llovía, habíamos descansado y estábamos haciendo las cosas bien. Además, por experiencia propia, sabíamos que una vez pasado el control de Brest nuestra moral iba a ganar muchos enteros. Así fue, el día fue francamente bueno, llegamos enteros a Brest (Km 620), comimos ya de vuelta en Carahix (Km710) –nunca olvidaré aquel arroz con patatas y pollo: ¡excelente!-, pasamos formidablemente por Ludeac, donde pernocto el excelente equipo de Orduña capitaneado por Amaia en la carretera y Mari Carmen “en todo”, y llegamos a nuestro destino: Quedillac (Km 850); a nuestro “campamento romano”. Otra vez, las tiendas montadas, la cena preparada… Volví a dormir como un niño.
A las 6,15 Hrs de la mañana siguiente, día 24 de agosto, San Bartolomé, comenzó nuestra tercera etapa. Fueron 280 Kms hasta Mortagne y nuestra moral… nuestra moral estaba ya por las nubes. La ensalada de pasta en Villaine Juhel (Km 1015) –de la que yo comí el 75%, como puede dar fe Yosu- acabó por conformar una moral de hierro “carbonohidratado” que nos acompañaría hasta el final de la PBP. Ni los pies recalentados, ni el sueño que aparecía con el calor del mediodía, ni las ya quejosas posaderas… Nada podía ya interponerse en nuestro camino. Cuando aún sin entrar la noche llegamos a Mortagne (Km 1100) nos dimos cuenta de que la PBP 2011 estaba “en el bote”. 
Mención aparte merece nuestro campamento en Mortagne. Montado en conjunto con el de los de Orduña –tuvieron la amabilidad de cuidar en él de nuestras bicicletas- fue, por su ubicación estratégica y esmero en la colocación, motivo de visita por parte de la “autoridad local”, Alcalde incluido… Y mención aparte merece la cena que nos preparó nuestro equipo: tortilla de
patata; deliciosa. Después, claro, dormí… como un niño.

Llegamos…

Y amaneció el último día, el 25 de agosto… bueno la verdad es que salimos sin amanecer, a las 4 Hrs de la mañana. Salimos juntos con el equipo de Orduña para realizar los 140 Kms que nos separaban de Paris (Km 1240). Un paseo, un paseo que comenzó con un “estratosférico” café con leche que nos preparó Julene, y con el contratiempo, seguramente producto del madrugón, de que Alfredo había olvidado el chip en la tienda. La verdad es que casi no nos enteramos. En un abrir y cerrar de ojos, Alfredo –que estaba en un
tremendo estado de forma- ya estaba de nuevo en el grupo.
Fue una fiesta, los rictus de cansancio que horas antes se observaban en nuestras caras se transformaron. Irradiábamos felicidad, felicidad por todos nuestros poros. Los últimos 50 Kms de la PBP entrando en Paris fueron
exquisitos. “Quedaros con un segundo de este momento en vuestra retina” les repetía al grupo, temeroso de que nuestra desbordante alegría empañase nuestra memoria y nos dejara sin una recompensa que durará para toda la vida.
Ya en Paris (Km 1240), la “piel de gallina”, los sentimientos a flor de piel. Que sensación tan difícil de describir, que paz interior. Es de las cosas más cercanas que yo conozco para definir lo que es sentirte bien. Yo me quede con aquel “segundo”. Jamás me olvidaré de la alegría de Tomas, de un “chaval” de 70 años, durante todo ese día. Jamás me olvidaré de la cara de satisfacción de Alfredo, que cumplía con su ilusión de que “los demás” llegáramos a Paris. Jamás me olvidaré de las caras de Mikel, y de Yosu, y de Amaia, y de Juan Ángel… Y jamás me olvidaré del abrazo con Bego, y con Mari Feli, y del brillo de los ojos que vi en las caras de Tere, Ane, Julene y en las de Eneko y Mª Jesus. Me emociono aún cuando lo recuerdo. Fue eso… un “subidon”.


Eta orain…

Se acabó la PBP 2011, atrás ha quedado una experiencia maravillosa. Otra más. Y es que el fondo es otro mundo y, en general, las gentes que formamos parte de él también. Pero esta etapa de las pruebas largas (PBP, MGM, etc.) ha terminado en mi vida, ha sido una “fantástica locura”, pero se ha terminado. Se lo traslade a mis amigos: “en Paris me retiro del fondo. A partir de los 55 años no pasaré de 200 kms en un día, y partir de los 60 años no haré más de 100”.
Y así fue, en Paris me retiré de las pruebas “infinitas”. ¿Que sentí? Nada especial, es como si alguien me hubiera estado esperando allí desde hace años para “llevarme a casa”. Y es que en conclusión en la vida “las cosas básicas son hasta tal punto simples que resultan decepcionantes”.
Eta orain… ahora otra etapa, nueva, por hacer… otro proyecto apasionante. Como dicen Txetxu y Joaquin: “andar menos kilómetros, pero más despacio”. Cambiar el “café con leche” por unos “huevos fritos” en los avituallamientos. ¡Un buen plan!

Eskerrik asko

Mi agradecimiento a la bicicleta -da todo sin pedir nada a cambio-, y a las y los compañeros de este viaje. Un viaje tan intenso, tan inmenso, que he querido compartirlo con vosotros y vosotras en este articulo. Eso sí, quedan más viajes, más ilusiones… más emociones. Y yo estaré, como siempre, con el
equipaje preparado.


Juan José Ibarretxe Markuartu, diciembre 2011


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3 comentarios:

  1. Cronicas como esta diferencian a un buen blog de otros aburridos que son siempre lo mismo. ENHORABUENA

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  2. SI señor muy buenas cronicas y fotos esto es un gran blog ALAVES buen grupeto pordon GRUPETA KALPEMUR.

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  3. Que gozada,que buen rato se pasa leyendo estas publicaciones.Lástima no tener en los genes la capacidad para, por lo menos una vez en la vida, hacer una cosa de estas, pero hay que ser realista y resignarse con las salidas en la grupeta, que tambien estan bien

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